viernes, 7 de marzo de 2014

Todas las miradas del mundo, de Miguel Mena


Teníamos pendiente por ahí una reseña sobre Todas las miradas del mundo, de Miguel Mena, publicada hace ya un par de años y de la que se dio cuenta en su momento en algún sitio... Con esta novela, Mena retomaba al personaje del inspector de policía Luis Mainar, quien ya había aparecido en Días sin tregua (2005), un tipo honesto, empeñado en defender la verdad en los primeros años ochenta dentro de un cuerpo, el policial, que todavía alojaba entre sus filas resabios del franquismo y métodos cuando menos cuestionables... Frente al uso de la primera persona en aquella novela, ahora se pasa al empleo de la tercera, en una confluencia de diversas historias.

     Así, el inspector Mainar, con una vida familiar deshecha (con sus correspondientes remordimientos), se ha de encargar de la desaparición de un miembro de la delegación neozelandesa durante el Campeonato Mundial de Fútbol de 1982 celebrado en España, conocido también como el de Naranjito, por ser esta la mascota del torneo. Las crónicas hablan de los últimos coletazos de un Brasil imperial, con Sócrates, Cerezo y Zico comandando las operaciones, de un portero de Alemania algo brutote o de una Italia que se llevó el torneo para alegría de su  presidente (Sandro Pertini, que no cabía de gozo en el palco del Bernabéu) y en donde nuestra tradicional furia se quedó en la segunda fase...
     En fin, que para complicar más la trama y al mismo tiempo ofrecer un panorama de la sociedad española de ese tiempo, podemos ver alusiones a la venta de aceite de colza adulterado, el mundo marginal de los quinquis, las sospechas de dopaje sobre los países del Este, los asesinatos de ETA..., conformando todos ellos diversas tramas que van llevando al lector a través de sus más de trescientas páginas. Recordemos que España se jugaba mucho como país organizador del Mundial, pues era el escaparate que concentraba todas las miradas del mundo. 
    Como se comentó en su momento, Mena "ha creado también un personaje, el inspector Luis Mainar, que resulta conmovedor, con sus dudas y su remordimiento de conciencia -atemperado ya en esta novela, pues está separado de su mujer-, su integridad y su deseo de justicia y verdad, en un tiempo en el que mantener ese discurso y esa postura dentro de la policía no era precisamente fácil". La senda iniciada con Días sin tregua prosigue en esta novela y ofrece nuevas sorpresas en Foto movida. Logra que pases un rato agradable, que disfrutes con una prosa ágil, fluida, con tramas bien hilvanadas, creíbles...Casi nada.

De regalo:




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