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miércoles, 28 de enero de 2015

Hemingway y Por quién doblan las campanas


Ernest Hemingway (1899–1961) fue un escritor y periodista estadounidense, y uno de los principales novelistas y cuentistas del siglo XX. Su estilo sobrio y minimalista tuvo una gran influencia sobre la ficción del siglo XX, mientras que su vida de aventuras y su imagen pública influenciaron generaciones posteriores. Ganó el Premio Pulitzer en 1953 por El viejo y el mar y al año siguiente el Premio Nobel de Literatura por su obra completa. Publicó siete novelas, seis recopilaciones de cuentos y dos ensayos. Póstumamente se publicaron tres novelas, cuatro libros de cuentos y tres ensayos. Muchos de estos son considerados clásicos de la literatura de Estados Unidos. 

    Una de sus obras selectas es Por quién doblan las campanas. Es una novela publicada en 1940 basada en la Guerra Civil Española, en la que Hemingway participó como corresponsal, pudiendo ver los acontecimientos que se sucedieron durante la contienda. La trama se desarrolla en España durante la Guerra Civil Española, y se articula en torno a la historia de Robert Jordan, un profesor de español procedente de Montana, que lucha como especialista en explosivos en el lado republicano. El general Golz le encarga la destrucción de un puente, vital para evitar la contraofensiva del bando Nacional durante la batalla de Segovia. Al llegar allí conoce a María, de la que se enamora; pero, a pesar de descubrir el amor y la importancia de la vida en este viaje, Jordan sabe que probablemente morirá. 

El título de la obra procede de una obra del poeta metafísico John Donne, de 1624:

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.   John Donne.

Miriam Carmena, 1º de bachillerato 


PD: La célebre banda Metallica tiene una canción homónima que no podemos dejar de poner aquí:


 

viernes, 13 de junio de 2014

Doña Perfecta (y VI)

Quizás hasta ahora el personaje de María Remedios había quedado oscurecido y arrumbado ante el derroche de facultades ejercido por doña Perfecta. Pero es en este momento -capítulo XXVI, "María Remedios"- cuando el narrador de la historia va adquiriendo su dominio absoluto sobre los personajes y el pasaje en el que descubrimos quién es esta señora y qué se puede proponer (p. 298 y ss.), su complejo de inferioridad ante su señora -"una especie de capitis diminutio" (p. 300)-, que hace que tenga unos sueños personificados en su idolatrado hijo Jacintito, con un matrimonio con Rosarito. Pero hay alguien que se interpone en esas delusions of grandeur y que no es otro que Pepe Rey. Incluso el canónigo se lo recordará (p. 303): 

"En resumen, hija mía: por más vueltas que le des, el señor don Pepe Rey se lleva la niña. Ya no es posible evitarlo. Él está dispuesto a emplear todos los medios, incluso la deshonra. Si la Rosarito...¡cómo nos engañaba con aquella carita circusnpecta y aquellos ojos celestiales! ¿eh?...si la Rosarito, digo, no le quisiera...vamos...todo podría arreglarse; pero, ¡ay!, le ama como ama el pecador al demonio; está abrasada en criminal fuego; cayó, sobrina mía, cayó en la infernal trampa libidinosa."

Por cierto, que antes convendría revisar eso de los palos y el rascar que dice el canónigo (p. 303), así como su conversación con María Remedios, en la que reconoce, para tristeza y desconsuelo de la madre de Jacintito, que no hay nada que hacer...

Portada de la edición de La Guirnalda, 1876.

   Dicha plática continúa en el siguiente capítulo -XXVII, "El tormento de un canónigo"-, donde María Remedios apela al sentimiento y a la lágrima con don Inocencio, ponderando de manera exagerada las muchas virtudes que adornan a su hijo. Cualquier cosa es poco para él (¡si Ramón Villaamil levantara la cabeza!); nunca saldrán de la pobreza. Su furia (p. 307 y ss.) amilana al pobre don Inocencio, quien ve hasta qué punto es capaz de llegar su sobrina (p. 311). Son unas páginas terribles, en las que el canónigo delega cualquier acción (el famoso "susto") en la decisión de doña Perfecta y la fuerza bruta de Caballuco, aunque de un modo algo sibilino (p. 312): "Si doña Perfecta quiere hacerlo". Entonces aparece en escena el centauro de Orbajosa, a quien María Remedios no duda en tratar de acercar a sus planteamientos (p. 315)...y ganarlo (p. 316). Mientras tanto, don Inocencio (p. 316): "Yo me lavo las manos". La noche va a ser larga.
     El capítulo XXVIII es un interludio epistolar de tres cartas en el que Pepe relata a su padre los acontecimientos. Así, nos acercamos a su evolución y transformación desde su llegada a Orbajosa, a su ira y a su amor desesperado hacia Rosario. Reconoce los problemas y los peligros a los que se enfrenta, al tiempo que podemos columbrar cierta inquietud en su tono...En la segunda de las misivas ya encontramos un tono más beligerante hacia las costumbres del lugar (p. 321), así como alusiones a las cartas que su padre le envía. Finalmente, en la última anuncia su propósito de regresar junto a su padre (p. 323).
    A partir de este momento se sucederán las cartas y las notas, en una narración algo fragmentaria, propiciada por los acontecimientos. El capítulo XXIX es una breve nota de Pepe a Rosario, pidiéndole poder verse esa noche. El XXX -"El ojeo"- principia con la conversación entre Remedios y Caballuco y la insistencia de la primera para que el segundo actúe sobre Pepe. Sorprenden a nuestro ingeniero y a Rosario en la huerta, y la sobrina de don Inocencio corre a contárselo a doña Perfecta, mientras Caballuco se esconde esperando órdenes...
     En el capítulo XXXI -"Doña Perfecta"- asistimos a un remanso dentro del desbocado (y fragmentario) ritmo de los últimos momentos. Se realiza un retrato completo de la protagonista de la novela (p. 328 y ss.), que trata de explicar el porqué de algunas de sus decisiones y conductas. Desde el punto de vista del desarrollo de la acción se sitúa unos instantes antes de que Rosario se dirija al jardín: justo cuando le anuncia a su madre que se marcha con Pepe. Esa confesión supondrá su condena (p. 333): "Ya tú te has condenado, basta. Obedéceme y te perdonaré...". Pero además porque le revelará a su madre que esa noche -en la que nos situábamos antes, con Caballuco agazapado esperando instrucciones- había vuelto a quedar. Incluso pide (p. 333) a su madre que la salve de esta situación. Su confesión es, desde el punto de vista simbólico, el comienzo del final de Pepe, pues doña Perfecta vence la resistencia de su hija. Ella, la señora, ordena a Caballuco matar a Pepe (p. 335).

La edición de Austral, que es la que nos ha acompañado estos días

    Solo nos queda ver cómo se explica el final. Para ello tenemos el capítulo XXXII ("Final"), que es una carta de don Cayetano a un amigo de Madrid en la que se relata de una manera poco fiel a la realidad lo sucedido. Supone también la victoria en la muerte de doña Perfecta, pues su versión es la que se queda. Según esta, Pepe Rey se habría suicidado (p. 338). También se tergiversa la lucha entre los soldados y los abnegados y bravos campesinos de Orbajosa (p. 339), así como el desvarío y la enfermedad de Rosario. La nota divertida la pone el propio Cayetano (p. 340): "Es triste, tristísimo, que entre tantos yo sea el único que ha logrado escapar conservando mi juicio sano y entero, y totalmente libre de ese funesto mal".  Luego sabremos que Rosario ha terminado en un manicomio, que Caballuco ha derrotado al brigadier Batalla y que Jacintito, por fin, va a encontrar un buen puesto en Madrid (p. 343). Por último, el capítulo XXXIII (p. 344): "Esto se acabó. Es cuanto por ahora podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son". El apéndice con los tres finales queda para otra ocasión. Las notas están en los apuntes, con los temas de la novela. Vale.

miércoles, 11 de junio de 2014

Doña Perfecta (V)

El capítulo XXI -"Desperta, ferro", o sea "despierta, hierro"- comienza con la introducción de pasajes de la prensa de la época advirtiendo de los rumores sobre movimientos y levantamientos en los alrededores de Orbajosa, aunque se asegura que la situación está calmada y que no es como en otras ocasiones. Quien sí que tiene más relevancia es Cristóbal Ramos, Caballuco, a quien prácticamente habíamos dejado olvidado hace ya un tiempo. Será ahora doña Perfecta la que se encargue de caldear los ánimos, en una estrategia que busca echar a su querido sobrino de allí. La docilidad y mansedumbre del centauro hacia su señora podrían merecer algún análisis psicoanalítico, pero no es el momento. Lo que nos interesa es ver cómo Caballuco y sus acólitos (Pasolargo, Frasquito y Vejarruco) juran lealtad a su señora (p. 263): "Orbajosa entera se pondría sobre un pie para defender a la señora". Total, que uno de los presentes en esa conspiración, suelta lo siguiente (p. 263): "Maldita sea mi casta -dijo el tío Lucas, dándose un puñetazo en la rodilla-, si todos estos gatuperios no son obras del mismísimo sobrino de la señora". Por supuesto, la táctica de la señora consiste en defender a Pepe, aunque bien sabemos que no es esa su intención, como veremos más adelante. El capítulo termina con una filípica de Caballuco, quien se deja de remilgos -(p. 267): "[...] basta de ritólicas, basta de mete y saca de palabrejas y sermoncillos al revés y pincha por aquí y pellizca por allá"- y decide pasar a la acción. Mientras tanto, un tal don Inocencio necesita calmar el ardor que le ha producido su participación en el "levantamiento" de Caballuco (p. 268).

Algo va a pasar...

    Doña Perfecta es quien realmente mueve todos los hilos, como vemos en el capítulo XXII ("¡Desperta!"), pero el taimado don Inocencio, con sus gafas caídas y su mirada escrutadora no se le queda a la zaga. Digo no pero quiero decir sí, es lo que parece querer contarle a su señora (p. 271): "Yo sé que Orbajosa lo desea; sé que le bendecirán todos los habitantes de esta noble ciudad; sé que vamos a tener aquí hazañas dignas de pasar a la historia; pero, sin embargo, permítaseme un discreto silencio". Es decir, sabe lo que va a pasar el muy sibilino, y lo aprueba, aunque no pueda expresarlo, so pena de traicionar parte de su fe y su "neutralidad". Es uno de los elementos coadyuvantes, con su silencio y también con sus comentarios, en el levantamiento que se está gestando y en el señalamiento de Pepe como gran enemigo del pueblo. De hecho, realiza una arenga (p. 273), mezcla de patriotismo barato y épica tergiversada: "En cuanto a vosotros, hijos míos, no esperéis que os diga una palabra sobre el paso que seguramente vais a dar. Sé que sois buenos; sé que vuestra determinación generosa y el noble fin que os guía lavan toda mancha pecaminosa ocasionada por el derramamiento de sangre; sé que Dios os bendice...". La manera en la que Galdós cierra el capítulo tras el éxtasis épico de don Inocencio y sus muchachos muestra bien a las claras el marbete de "novela de tesis" con el que suele estar asociada esta obra.
     En el capítulo XXIII ("Misterio") doña Perfecta descubre el ardid de Pepe con Librada. La pobre criada, triste, cuitada y bastante asustada, confesará su participación ante las perquisición llevada a cabo por la garante del buen orden y la moral (o sea, la tía). El narrador hará una breve síntesis del plan que habían urdido Pepe y Pinzón (p. 279-280). El descubrimiento de esta trama llenará de angustia el corazón de doña Perfecta, quien ideará un brutal contraataque junto con su particular consejero espiritual, don Inocencio. El misterio al que alude el título se refiere a la última frase, pronunciada por el penitenciario (p. 281): "El mío es pequeñito..., pero ya veremos". Se refiere a su corazón, huelga decirlo.
    "La confesión" (capítulo XXIV) nos permite asistir a un monólogo de la triste y desnortada Rosario, quien no duda en afirmar que aborrece a su madre (p. 283), en medio de un confuso sueño próximo al delirio (¡cuántas veces habrá empleado este recurso don Benito!). Para evitar esas imágenes y sueños intranquilos, la pobre Rosario se levanta, en medio de la noche, unas personas se hallan en conspiración: Caballuco, don Inocencio, doña Perfecta y las otras fuerzas vivas del pueblo... Algo se prepara y como diría un personaje shakespiriano, "So foul a sky clears not without a storm". Pero, un momento, unas manos misteriosas llevan a la joven de vuelta a su pieza (p. 285)...
      Terminamos esta entrega con el último capítulo de hoy, el XXV ("Sucesos imprevistos.-Pasajero desconcierto"), en el que Jacintito se suma a la fiesta, difundiendo rumores sobre Pepe y el brigadier Batalla (p. 288). Su madre, doña Remedios, tiene una feliz idea: darle un "susto" a Pepe esa noche (p. 289): "Nada más que un susto, señora; atienda usted bien a lo que digo, un susto. Pues qué, ¿había yo de aconsejar un crimen...? ¡Jesús, Padre y Redentor mío! Sólo la idea me llena de horror, y parece que veo señales de sangre y fuego delante de mis ojos. Nada de eso, señora mía...". De este personaje de la madre de Jacintito no habíamos tenido apenas noticias: viste siempre de negro, es algo pusilánime y parece no albergar ninguna idea buena, además de mostrar una total sumisión a doña Perfecta. No duda en señalar a Pepe como el culpable de todos los males que afligen al pueblo y sabe tocar la fibra sensible de su señora, sugiriéndole que puede "perder" a su hija. Como vemos, se convierte en "auriga" de la situación. Pero será doña Perfecta la que lleve al extremo la lucha en el pueblo, al convertirlo todo en una "cuestión de moros y cristianos" (p. 293), cual si de la Reconquista se tratara. Al mismo tiempo, el devenir de los acontecimientos relativos a los diversos alzamientos y algaradas propiciados por Caballuco y sus muchachos, convierten al primero en una suerte de héroe de Orbajosa, que escapa siempre de los soldados (p. 295-296), aunque ello no resulte muy complicado, a tenor del comentario del último párrafo del capítulo (p. 297).
     El próximo día resolvemos los últimos flecos. 

lunes, 9 de junio de 2014

Doña Perfecta (IV)

Decíamos el otro día que el enfrentamiento entre Pepe y su tía iba a comenzar y que la batalla iba a ser épica. Como es lógico solo puede terminar con la derrota de uno de los contrincantes. Veremos cómo se va planteando en los capítulos que siguen -del XVI al XX-. Así, en el capítulo XVI ("Noche"), mientras otra "heroica ciudad" duerme (Orbajosa), don Cayetano y Pepe dialogan. Nuestro ingeniero busca consuelo y alguien con quien hablar, pero el erudito local. Por cierto, él se vanagloria de ser el único de la familia que no ha caído en la "locura". Tras ver la conversación que mantiene con Pepe cualquiera lo diría (p. 212-214). Sin embargo, nuestro matemático está conjurado para presentar batalla y así se lo promete a sí mismo esa noche (p. 215): "La batalla será terrible. Veremos quién sale triunfante". Concluye el capítulo de manera enigmática, a la vez que esperanzadora, pues el sonido de unos pasos en la escalera anticipan la llegada de Rosario, pero eso es ya cosa del siguiente capítulo.
    Y es que -XVII, "Luz a oscuras"- Pepe guardaba un as en la manga. El ansiado encuentro se produce, en medio de la oscuridad y con el miedo de ser sorprendidos por los vigilantes de la moral. Aquí podríamos pensar que Pepe tal vez logre sus objetivos, que pueda salir triunfante de la casa (con Rosario), pero...lo que va a suceder con una talla del niño Jesús es una muestra de por dónde van las cosas. Ella antepone la afirmación de Pepe de que cree en Dios y no es ateo a su amor. Recordemos que Pepe es acusado de ateísmo por su tía y veamos también cómo nuestro ingeniero y matemático podría mantener la boca cerrada (p. 220): "Tu mamá nos adora a entrambos...Pero, querida Rosario, es preciso reconocer que el demonio ha entrado en esta casa". Lo malo no es solo esto, sino los preocupantes síntomas de enfermedad de Rosario, entre el delirio y la locura (p. 221). Si pasamos el pasaje de amor místico-erótico (p. 221-223), que arroja una sombra de duda sobre el futuro de la relación entre los enamorados, se escucha a lo lejos el sonido de una corneta, que es la llegada de las tropas. Una nueva sorpresa nos espera en el siguiente capítulo.

¿Habrá encuentro amoroso entre Pepe y Rosario o doña Perfecta lo impedirá?

    Con "Tropa" (XVIII) asistimos a la presentación de un nuevo personaje, Pinzón, un amigo de Pepe (¡ya era hora!) y a una trama política, relacionada con el caciquismo, la behetría (RAE: "Antiguamente, población cuyos vecinos, como dueños absolutos de ella, podían recibir por señor a quien quisiesen") y las facciones. Se hace un recorrido histórico por la larga tradición de Orbajosa en estas cuestiones (p. 228-231) y se señala la incomodidad que produce la presencia de esas tropas. Por cierto, que Pinzón también tiene un gran cariño hacia el pueblo (p. 233): "Estos ajeros...los llamamos ajeros...,pues digo que serán todo lo insignes que tú quieras; pero a mí me pican como los frutos del país. He aquí un pueblo dominado por gentes que enseñan la desconfianza, la superstición y el aborrecimiento a todo el género humano". La crónica de Pinzón incluye una velada crítica hacia el caciquismo y la perpetuación de familias en el poder, integrados en sus distintas formas (p. 234). Para el desarrollo de la novela nos interesan los últimos párrafos, en los que un misterioso plan pergeñado por Pepe es revelado a Pinzón, quien no duda en mostrar su apoyo, pese a considerarlo "arriesgado y difícil". Tal vez sea un farol lo que va a hacer Pepe, pero ya no parece el pitiminí acomplejado de antes...
     El tono bélico se puede ver en el título del siguiente capítulo (XIX), "Combate terrible.-Estrategia". Pepe inicia las hostilidades (p. 238): "Orbajosa, querida tía, casi no tiene más que ajos y bandidos, porque bandidos son los que en nombre de una idea política o religiosa se lanzan a correr aventuras cada cuatro o cinco años". Pero la respuesta de su tía está a la altura. El intercambio de golpes llega al punto álgido con la acusación de Pepe que apunta a doña Perfecta como causante de todos sus males (p. 239-240). Ha ganado la batalla dialéctica, pero no la emocional y se deja conmover por las lágrimas de su tía, cuyo contraataque es de manual, porque vuelve a llevar la discusión al terreno ideológico: ciencia vs. teología (p. 242) y concluye con lo que cualquiera podía columbrar desde hace tiempo y que no es otra cosa que su oposición al matrimonio entre Rosario y Pepe (p. 243). Las páginas que vienen a continuación, con alusiones y referencias más o menos encubiertas al Don Juan de Zorrilla (p. 244 y ss.) para describir la conducta de Pepe ("Tú lo atropellas todo; eres un monstruo, un bandido. [...] ¡Oh escándalo y libertinaje!). La lucha se cierra con la decisión de Pepe de largarse de allí (p. 248). Es el inicio de la estrategia. 

Don Inocencio está en la sombra en estos capítulos, pero no tardará en volver de las tinieblas...
     Cerramos esta entrada con el capítulo XX ("Rumores.-Temores"). Conocemos a Librada, que es quien actúa de correveidile entre Pepe y Rosario (p. 250). Los rumores tienen que ver con las supuestas costumbres espiritistas de Pepe; Pinzón ha conseguido ganarse la confianza de doña Perfecta y su misión es desprestigiar al ingeniero. Mientras tanto también van surgiendo habladurías y chismes sobre la situación política del momento (p. 253), que reflejan bien a las claras el inmovilismo y cerrazón de las fuerzas vivas del pueblo: "¡Un desconocido! ¡Un desconocido!", dirá la tía ante la llegada de un nuevo juez que sustituya a su viejo amigo, ese que tantos favores le concedía...Estos pasajes cómicos, los de la reacción de doña Perfecta ante las nuevas que le trae Pinzón, concluyen con la aparición de una radiante Rosario, "que tenía retratada en su semblante la más viva felicidad" (p. 255). Más el próximo día. 

viernes, 6 de junio de 2014

Doña Perfecta (III)

Los siguientes capítulos que vamos a analizar (del XI al XV) suponen el empeoramiento de las relaciones entre Pepe y el resto de las fuerzas vivas del pueblo, con posturas cada vez más irreconciliables y mayor tensión, no exenta, eso sí, de algún episodio humorístico. Así, el capítulo XI ("La discordia crece") ofrece un cuadro de costumbres del pueblo, centrado en los tiempos de ocio de las gentes de Orbajosa, quienes siempre se consideran mejores que los demás (p. 174). El centro de sus reuniones es el casino, lugar en el que se fraguan las habladurías y chismorreos, de los que Pepe Rey es habitual protagonista (p. 175) y que poco a poco van mellando su resistencia y aguante (p. 176): "Además del natural disgusto que las costumbres de la sociedad episcopal le producían, diversas causas, todas desagradables, empezaban a desarrollar en su ánimo honda tristeza, siendo de notar principalmente, entre aquellas causas, la turba de pleinteantes que, cual enjambre voraz, se arrojó sobre él". Frente a estos problemas (los de las tierras) solo se mantiene firme su amor hacia Rosario (p. 177). No hay más. Y es que a perro flaco todo son pulgas, pues enseguida llega con el correo una orden del Ministerio de Fomento en la que se le releva del cargo que le habían confiado (p. 179). Hay una mano negra detrás, eso es evidente. La reacción de su tía resulta harto cómica, pues pone el grito en el cielo ante tal atropello...que tal vez ella ha provocado. Sin embargo, para Pepe el enemigo está personificado en el pueblo de Orbajosa, pese a que su tía siga atribuyendo todas las desgracias a su "entendimiento, tu descomunal entendimiento, es la causa de tu desgracia" (p. 181). Además, de repente, la joven Rosario no quiere salir de su cuarto (p. 182), aquejada de ciertos males melancólicos; por supuesto Pepe no puede subir a verla y el capítulo termina con una comparación con la figura de Jesucristo (p. 183): "Padre mío, ¿por qué me has abandonad0? Y es que, por evidente que resulte la analogía con el redentor, el sufrimiento de Pepe es también la derrota de las ideas progresistas y científcias frente al caciquismo y cerrazón imperantes...

Aquí un amigo, don Inocencio, quien parece indicar lo poco que le queda para echar a Pepe de Orbajosa

   El capítulo XII ("Aquí fue Troya") comienza con noticias del misterioso encierro de Rosario en su habitación y las sospechas en el lector y en el propio Pepe de que algo pasa con el correo, pues hasta ahora su padre no ha recibido ninguna de sus misivas (p. 185). Es descrito como un héroe romántico...que va al casino (p. 185: "Entró en él como un desesperado que se arroja al mar"). Más allá del triste panorama que encuentra en este lugar, vemos que Pepe está solo,  que da vueltas sin saber muy bien adónde dirigirse. En estas aparecerá Juan Tafetán, una suerte de don Juan de provincias degradado, que es tolerado por todos y que rápidamente "sorprende" a Pepe mirando hacia unos balcones en los que están unas jóvenes, las Troyas. Juan lleva al ingeniero a la casa de estas tres chicas, de no muy buena reputación (p. 189: [...] la mala reputación de las Troyas consistía, más que nada, en su fama de chismosas, enredadoras, traviesas y despreocupadas") y marcadas por un estigma del que no se pueden librar (p. 190). Ellas cosen (ya hemos hablado en clase de esta tarea), están al quite de lo que se dice sobre Pepe y son felices en su miseria. A Pepe le provocan compasión pues están "condenadas por el mundo a causa de su frivolidad" (p. 192) e incluso cree que en otro tiempo aquella fue una casa decente y honrada...pero un incidente cómico al final le granjeará futuros enemigos...(p. 193).
    Y es que la travesura de las Troya va a traer cola. En el capítulo XIII ("Un casus belli") prosiguen las chiquilladas, que también le sirven a Pepe para saber que hay dos personas que jamás serán objeto de las burlas de ellas: doña Perfecta y el Penitenciario (pese a lo que sucede). Por cierto, el sobrinísimo de este, Jacintito, observa atónito desde su despacho a Pepe en casa de las jóvenes...y le faltará tiempo para contárselo a su protector. Nuestro héroe sale avergonzado de la casa, pues sabe que ha cometido un error al entrar allí (p. 197): "Deploró con toda su alma haber entrado en casa de las Troyas, y resuelto a emplear mejor el tiempo mientras su hipocondría le durase, recorrió las calles de la población". Él mismo es un vagabundo como los que ve por el pueblo. Incluso es expulsado de una capilla que visita en su errático deambular (p. 198); solo le queda volver a casa de su tía, tal y como anuncia el final del capítulo, en una estrategia narrativa de folletín (p. 198).
    Con el capítulo XIV ("La discordia sigue creciendo") vemos de nuevo las futiles tentativas de Pepe por ver a Rosario, así como la bronca que se gana de su tía a costa de sus nuevas compañías (las Troya, Juan Tafetán) y sus "travesuras". Como es lógico, doña Perfecta piensa mal de su sobrino, pero aún es peor don Inocencio, con su hipocresía ante la acusación de Pepe (p. 201: "El señor obispo- dijo Pepe Rey- debía pensarlo mucho antes de arrojar a un cristiano de la iglesia") y su mala fe (p. 201). Como vemos por el tenso diálogo entre ambos, don Inocencio es incapaz de ocultar su maldad, pero Pepe tampoco parece muy dado a reaccionar o al menos plantar más batalla, aunque su prodigalidad verbal siga siendo algo incómoda (p. 203): "Por lo visto, aquí el obispo gobierna las casas ajenas". Aún así su ira le va a llevar defenderse con ardor, cuando bromee con Jacintito (p. 205) y a lanzar un órdago: se va a ir. Esta decisión provoca música celestial en los oídos de alguno (p. 206), y una respuesta divertida por parte de don Cayetano, el "erudito ausente", quien ante tal desafío solo es capaz de pedirle un encargo de un cuaderno (p. 206). Por cierto, el capítulo se cierra con el anuncio de que Caballuco quiere hablar con Pepe...
    Y es que el centauro encargado del correo y de otros asuntos en el pueblo quiere aclarar algunos asuntos con Pepe. En el capítulo XV ("Sigue creciendo hasta que se declara la guerra"), constatamos que ahora las cosas pueden terminar mal. Eso sí, si Pepe ha estado otras veces algo pusilánime o acomplejado ante la situación ahora, ya más decidido, no tiene miedo en decir las cosas (p. 209): "Sí, ya sé que es usted un animal", le espetará a Caballuco, ante el desconcierto de este. Sabemos también que Pepe ha tratado de enviar notas a Rosario a través de una criada. El contenido desesperado de la que le entrega a Pepe obra un cambio que sorprende a todos: nuestro ahora decidido protagonista se queda, para sorpresa de propios y extraños. La guerra va a comenzar (p. 210): "¡Ay! ¡Sangre, ruina y desolación!...Una gran batalla se preparaba". Próximamente haremos una crónica de este enfrentamiento.


¿Qué hará Perfecta ante el desafío de Pepe? Aquí está, tejiendo un plan

jueves, 5 de junio de 2014

Doña Perfecta (II)

Habíamos dejado al pobre Pepe en compañía del no muy recomendable penitenciario y de su tía, doña Perfecta. El capítulo VI -Donde se ve que puede surgir la desaveniencia cuando menos se espera- nos ofrece la presentación de un curioso personaje, don Cayetano Polentinos, el hermano político de la tía de Pepe, con algunas pequeñas pinceladas humorísticas en torno a su vida y su bibliomanía. Pero enseguida aparece la alargada sombra del canónigo, metiendo el dedo en el ojo, con su mal disimiluda ironía (p. 128-129: "Sin embargo, para hombres de tanto saber como usted, quizás no tenga ningún mérito, y cualquier mercado de hierro será más bello.") y, finalmente, con una diatriba contra la ciencia y el progreso. Pepe picará el anzuelo -ya dijimos que la prudencia no figura entre sus virtudes- y contestará, sin calibrar el alcance de su respuesta (p. 131-133): "En suma, señor canónigo del alma, se han corrido las órdenes para dejar cesantes a todos los absurdos, falsedades, ilusiones, ensueños, sensiblerías y preocupaciones que ofuscan el entendimiento del hombre. Celebremos el suceso". La "sonrisilla" en los labios de don Inocencia muestran su victoria: desenmascar a Pepe frente a su tía y el resto de comensales, que se han quedado atónitos, sin saber qué decir.

Vaya dupla: Jacintito y el señor Penitenciario
     El capítulo VII -La desavenencia crece- prosigue con la guerra dialéctica entre los dos personajes. Pepe comienza a ser consciente de que ha sido inoportuno en cuanto a las formas (no en el fondo), pero no ha sabido mantenerse callado. Su tía se une a la discusión, tratando de justificar los errores de su sobrino y alineándose del lado del penitenciario (p. 136): "Si ha aprendido en el error, ¿qué más puede desear sino que usted le ilustre y le saque del infierno de sus falsas doctrinas?". La discordia aumenta, sobre todo, cuando Pepe, de nuevo, vuelve a dirigir sus críticas hacia el gremio de la abogacía -en una nueva "trampa" de don Inocencio-, sin saber que el sobrino de este último, Jacintito, es un futuro hombre de leyes, con "criterio sano; lo que sabe lo sabe a machamartillo" (p. 138). La inquietud y zozobra de Pepe van en aumento. La irónica y paradójica manera de terminar el capítulo le permiten un alivio (p. 139): "Pepe Rey, aceptando con gozo aquellas fórmulas de concordia, vio, sin embargo, el cielo abierto cuando el sacerdote salió del comedor y de la casa".
   El capítulo VIII -A toda prisa- ofrece un interesante recorrido por el pueblo, una suerte de who is who de Orbajosa, con especial interés hacia las fuerzas vivas de tan augusta localidad, que se suelen reunir a jugar al tresillo en casa de doña Perfecta (p. 141): "[...] el juez de primera instancia, el promotor fiscal, el deán, el secretario del obispo, el alcalde, el recaudador de contribuciones, el sobrino de don Inocencio...". Si pasamos rápidamente por la conversación de tortolitos enamorados que son Pepe y Rosario ("eres un ángel y yo te quiero como un tonto", p. 145), podemos ver que la presentación de Jacintito nos ha deparado a una "buena pieza, un tarambana" (p. 147), a juicio de su tío, que así se lo presenta a Pepe en los jardines, mientras él y Rosario daban un paseo. Por cierto, que antes doña Perfecta se había sorprendido de que su sobrino prefiriera recorrer las huertas con su hija antes que hacerle arrumacos al lorito...
    Si antes habíamos visto una (casi) hagiografía de Pepe en los primeros capítulos, ahora, en el IX ("La desaveniencia sigue creciendo y amenaza convertirse en discordia"), podemos ver su contrario, con la descripción de ese niño repelente que es el sobrino de don Inocencio (p. 148-150). Aquí asistimos al episodio de "turista despistado" de Pepe en la catedral, con cierta candidez e inocencia por su parte, ante el enojo y la vergüenza de su tía, que no sabemos muy bien si estaba atenta a la misa o a los paseos de su sobrino por la iglesia (p. 155). Y, claro, tantos problemas y tantas quejas al final hacen que Pepe hable y diga lo que los demás quieren oír: "El empeño de ustedes de considerarme como el hombre más sabio de la tierra me mortifica bastante [...] Ténganme por tonto, que prefiero la fama de necio a poseer esa ciencia de Satanás que aquí me atribuyen" (p. 157). Su plática incluye críticas a la decadencia de las artes religiosas, las supersticiones, la pompa religiosa y el culto a las apariencias. Es decir, sale el Galdós de la novela de tesis. Lo que no ha medido es el alcance de su diatriba y las consecuencias que le va a traer (p. 161)...
     Por último, el capítulo X -La existencia de la discordia es evidente- comienza con la llegada de Jacintito, descrito en términos algo humorísticos: insecto, mosca, zángano...En fin, que si uno lee a Galdós verá que esto es habitual, un pequeño remanso tras la gravedad de lo acontecido en el capítulo anterior. Bien, pues ahora, tras ver que los asuntos de sus tierras no van a ir bien (p. 164), Pepe se dará cuenta también de que la relación con Rosario va a ser muy difícil: su tía doña Perfecta va a prohibirle estar con Pepe, bajo el pretexto de que se encuentra indispuesta en su cuarto...Y es que, a la vez que crece su antipatía hacia Jacintito y don Inocencio, aumenta también la distancia con su tía y, desgraciadamente, con Rosario...Esto no pinta bien.

viernes, 30 de mayo de 2014

Doña Perfecta (I)

Los chicos de 1º de bachillerato comenzaron hace unos días con la lectura de Doña Perfecta, tal y como anunciamos. Ahora están -es un decir, claro- entre el capítulo V y el X, por lo que ya pueden conocer un poco a los personajes, ver de qué pie cojea cada uno e incluso los más avispados aventurar en qué quedará todo. De la novela del Oeste prometida -Valor de ley, de Charles Portis- hablaremos el lunes, seguro.


     Quizás convenga recordar algún aspecto del desarrollo de la obra, más allá de los señalados en los apuntes que les han sido facilitados. Las citas que pongamos procederán de la edición en Austral (2007) al cuidado de Germán Gullón. Así, el comienzo de la novela supone la presentación de un viajero -tema muy de la novelística del XIX y del propio Galdós; recordemos a Teodoro Golfín en Marianela- que llega en tren a Villahorrenda. Enseguida aparece destacado, pues es el único que va en primera, y sus formas y maneras llaman la atención entre alguno de los paisanos que allí se acercan, como su particular cicerone, el tío Licurgo, que toma el nombre de un legislador espartano que en castellano devino en "hombre inteligentes y astuto". Tanto Pepe Rey, que así se llama el personaje principal, como Licurgo, comienzan su viaje por la noche, como "señor y escudero", en medio de parajes que invitan poco a quedarse en ellos. El segundo capítulo -"Un viaje por el corazón de España"; atención siempre a los títulos en Galdós, que nunca da una puntada sin hilo...-  permite conocer, aunque solo sea a través de las palabras de Licurgo, a dos nuevos personajes: Rosario, prometida de Pepe, y doña Perfecta, ese "ángel del señor" de acuerdo al guía de Pepe (p. 91), quien aprovecha cualquier momento para soltar sus refranes. Aquí observaremos uno de los rasgos señeros de Pepe, su inoportunismo y su incontinencia verbal, pues es incapaz de callarse ante algunos de los desatinos o situaciones que observa (p. 93), como muestra la toponimia del lugar, discordante entre significante y significado. Se produce el primer choque entre la realidad y la imaginación, que permite arrancar alguna reflexión de Pepe (p.94): "La gente de este país vive con la imaginación". También descubrimos los problemas de Pepe con sus tierras, cada vez menos productivas y menguantes en su extensión, lo que provocará algún jocoso comentario (p. 95): "Veo que aquí todo lo malo es mío". O los problemas con los ladrones que asaltan a los viajeros -impagable ese tal "Ahorca-Suegras"...-, que son solucionados de una manera muy particular (p. 98-99), en una muestra de cómo se las gastan por esos pagos. Finalmente, aparece ese centauro de las parameras que es el señor Caballuco, que sirve para introducir un remanso en la narración que explique, de manera general, en qué consistía eso del caciquismo (p. 100-101). Atención a este personaje, pues reaparecerá más adelante, y no olvidará este primer encuentro con Pepe, a quien de nuevo habría que decirle que se mordiera la lengua...La llega al "gran muladar" que es Orbajosa servirá para culminar este segundo capítulo, mientras Pepe otea en el horizonte a una joven que enseguida se ruboriza...
   El tercer capítulo, de título homónimo al del protagonista, nos presenta casi una hagiografía de este, habida cuenta de que su trayectoria vital es la de un héroe hecho a sí mismo, a la vez que conocemos aspectos turbios del pasado de doña Perfecta (p. 107) y su marido Polentinos. De ahí sabemos la "deuda" de la madre con el padre de Pepe. Y de aquí vemos a un joven ingeniero que parte para Alemania (por favor, sin chistes en plan "Vente para Alemania, Pepe"), un "hombre de elevadas ideas y de inmenso amor a la ciencia" (p. 109). La rusticidad de Orbajosa será el nuevo tema de este capítulo; de este modo, la arcadia soñada de la infancia de Pepe deviene en pesadilla al llegar al pueblo. Por cierto, el final del capítulo (p. 112-113) es una muestra de lo que le espera a Pepe, con la gente mirando y cotilleando por las ventanas...Demasiado protagonismo lleva el joven.
     Pero lo mejor está por llegar, pues vamos a conocer al señor Penitenciario, con cuya descripción, de manual, comienza el capítulo IV (p. 114) y a Rosario, la prometida de Pepe (p. 115); ahora vemos que ella es dada "a lo que los portugueses llamaban saudades" y que "habría pasado por hiperbólico el que la la llamara hermosa, dando a esta palabra su riguroso sentido". Aunque, desde luego, la que más llama la atención, por su contundencia verbal y su rápida respuesta es la ínclita doña Perfecta (p. 116): "Rosario, lleva a tu primo al cuarto que le hemos dispuesto. Despáchate pronto, sobrino. Voy a dar mis órdenes". No deja este capítulo de ofrecernos nuevas informaciones que tendrán su importancia más adelante, pues ¿cuál es el "asuntillo" con el que el tío Licurgo molesta a Pepe al final? ¿De dónde viene ese misterio por arreglar las cosas por "amigables componedores" (p. 118)?. Cuando Pepe afirma que la gente del pueblo es muy pleitista es que se avecina una tormenta...
     Así llegamos al capítulo V -"¿Habrá desaveniencia?"-, que empieza a mostrar a las claras las distintas opciones ideológicas de los personajes. Desde el principio, Pepe es visto como un extraño, que será incapaz de adaptarse al lugar ("Las modas del pueblo no te gustarán", p. 120), pese a sus esfuerzos (p. 121). El que llega es don Inocencio, presentado (p. 121-122) de una manera antológica: "Esto decía, cuando los cristales de la puerta que comunicaba el comedor con la huerta se oscurecieron por la superposición de una larga opacidad negra". El enfrentamiento está servido y se prolongará de aquí al final de la novela.

jueves, 22 de mayo de 2014

Doña Perfecta para los de 1º




"Esto decía, cuando los cristales de la puerta que comunicaba el comedor con la huerta se oscurecieron por la superposición de una larga opacidad negra. Los vidrios de unas gafas despidieron, heridos por la luz del solo, fugitivo rayo, rechinó el picaporte, abriose la puerta, y el señor Penitenciario penetró con gravedad en la estancia. Saludó y se inclinó, quitándose la teja hasta tocar con el ala de ella al suelo. [...]
-Todavía no he podido formar idea de este pueblo- dijo Pepe-. Por lo poco que he visto, me parece que no le vendrían mal a Orbajosa media docena de grandes capitales dispuestos a emplearse aquí, un par de cabezas inteligentes que dirigieran la renovación de este país, y algunos miles de manos activas. Desde la entrada del pueblo hasta la puerta de esta casa he visto más de cien mendigos. La mayor parte son hombres sanos y aun robustos. Es un ejército lastimoso, cuya vista oprime el corazón."  


Los chicos de 1º de bachillerato están leyendo estos días Doña Perfecta, de don Benito Pérez Galdós. La cita procede del capítulo V -¿Habrá desavenencia?-, páginas 121 y 122 de la edición de Austral, a cargo de Germán Gullón.

lunes, 19 de mayo de 2014

Achilles Last Stand

Los chicos de 1º de bachillerato han librado la última batalla frente a las hordas de la sintaxis, que esta vez sí habían recurrido a sus hermanas mayores, las oraciones coordinadas y subordinadas (las adjetivas y sustantivas, que las adverbiales aguardan en la recámara para el año que viene). De nuevo ese viejo enemigo, el muro que se alza antes de alcanzar el merecido descanso estival. En estos días de fútbol, de artículos en la prensa que elogian el trabajo, la brega y la épica de algunos equipos, haremos alguna alusión al tema, que siempre gusta, aunque sin irnos tanto a la parte heroica que hemos leído estos días por ahí. En cierto modo, la trayectoria de algunos alumnos ha discurrido paralela a la del Atlético de Madrid, porfiando durante todo el curso, a veces con la fe del carbonero y a veces con la desesperación del que no sabe muy bien en qué consiste todo esto. Un ejemplo claro es nuestro querido alumno A. G., confeso atlético, que ha ido frisando el 5 desde el comienzo  y que se ha batido el cobre con las oraciones en recreos y alguna tarde en el instituto y que finalmente ha vivido de manera paralela su aprobado en la parte de lengua (la de literatura es otra cosa) con los esfuerzos de su querido equipo el sábado para lograr el título de liga. Esta ha sido la actitud que nos ha gustado, la que elogiamos y la que queremos mantener. Pero también están sus colegas indolentes, los que lo van a fiar todo a tratar de mediar con la parte de literatura, que recuerdan un poco al Barça e incluso al Madrid, porque pueden hacerlo bien y lo dejan todo a un último arreón, que en ocasiones no funciona. Finalmente hay que acordarse de los que nunca se han bajado de la zona noble, callados y atentos a los detalles, que leen los enunciados y que saben qué es lo que han de hacer. A ellos nuestras loas y felicitaciones, porque han hecho lo que se esperaba.
      Vamos con algunos de los ejercicios del examen. En el primero de ellos se ofertaban cuatro oraciones para su análisis y breve comentario, de las que había que hacer dos. Las dos más largas eran las más sencillas, pues solo incluían coordinación, mientras que las dos primeras contenían, en su brevedad, subordinadas y algún elemento peligroso (sustantivaciones, perífrasis...). Los que leyeron el enunciado y pensaron durante unos segundos salieron airosos de la prueba; los otros, comenzaron la batalla con un desastre propio de los generales prepotentes y confiados que enviaban a sus tropas sin ningún tipo de planificación...
     En la primera de ellas ("Me dejó bastante anonadado; comentó que iba a comenzar las obras que tenía pendientes en breve"), podemos ver dos oraciones yuxtapuestas, con una relación semántica de causalidad e incluso temporalidad entre ellas. La primera parte incluye un CD y un PVO de ese CD, con un sujeto elíptico en 3ª persona. La segunda, en cambio, es más compleja. Encontramos un verbo principal -"comentó"- y una subordinada sustantiva con función de CD (todo lo demás), introducida por el nexo "que" (por tanto, flexionada). En su interior, llama la atención la ausencia del sujeto (en 3ª del singular) y un predicado cuyo núcleo es una perífrasis aspectual ingresiva ("iba a comenzar"), con un CD -"las obras que tenía pendientes"- y un CCT ("en breve"). El problema viene en el CD, pues en su interior hay una oración subordinada adjetiva de CN o adyacente, introducida por un nexo que a su vez es CD -el antecedente es "obras"- y un PVO ("pendientes"); el sujeto vuelve a estar elíptico y es el mismo que antes.
       La segunda oración también incluía subordinación sustantiva: "Ver la tele todos los días junto a la suegra no suele ser lo más habitual, sin embargo, es harto frecuente". Bien, pues más allá de que en su lógica interna la frase adoleciera de mucho sentido, la cosas es que había que enfrentarse a ella (a la frase, no a la suegra). Se trataba de dos coordinadas adversativas restrictivas (nexo: "sin embargo"). En la primera de ellas había que localizar el sujeto, que no era otro que una oración subordinada sustantiva no flexionada ("Ver la tele todos los días junto a la suegra") y un PN con su correspondiente atributo. Aquí haremos un chiste malo, pero que puede ser efectivo para que alguno, de una vez, se entere de que el PN implica un atributo, más allá de la risita tonta cuando se dice en voz alta...En fin, que en ese sujeto (en la oración subordinada sustantiva), no había nexo, sino que se trataba de una oración de infinitivo, sin sujeto, a menos que uno hable como los apaches, claro. En su interior, un CD, un CCT y un CCCompañía (vale, aceptamos "suegra" como compañía). En el predicado nominal, cuyo núcleo es una perífrasis aspectual frecuentativa o habitual ("suele ser") hemos de encontrar un atributo (recordemos el chiste), que no es otro que "lo más habitual". Hete aquí que a la hora de poner el examen tuvimos un pequeño acto de maldad, pues pensamos en un adjetivo sustantivado...Y se produjo la tragedia. Es ver un "lo" y adjudicarle un CD, sin pensar, en plan el viejo Oeste (primero dispara y luego pregunta) y así nos va. Bueno, pues eso, que era atributo y no CD, pues era un artículo que sustantivaba al adjetivo que venía luego. En la segunda adversativa falta el sujeto, que está elíptico y solo está, de nuevo, un PN, con su correspondiente atributo.
     La tercera oración, larga como el final de la liga para el Barça, incluía dos coordinadas explicativas (nexo "es decir"), sin más: "Las lecturas obligatorias han de hacerse con tino, es decir, no hemos de seguir machacando a los alumnos con historias lejanas, aburridas y poco atractivas". En la memoria de alguno esta frase resonará, pues se puso en el examen final de 4º. La primera explicativa tiene un sujeto paciente -"las lecturas obligatorias"- y un PV cuyo núcleo es una perífrasis modal de obligación, con un SE enclítico que es la MPR. "Con tino" es un CCM, aunque alguno haya puesto que el tal "tino" es un hipocorístico de Constantino y por tanto un CCCompañía (no está mal razonado)...La segunda oración vuelve a incluir una perífrasis verbal aspectual durativa, un CD y un CCM, con varios núcleos en su interior. El sujeto está elíptico, aunque se refiere a esas personas que velan por la formación y aprendizaje de los chicos.
     Finalmente, la cuarta era la más sencilla y, paradójicamente, la que más disgustos ha dado. Decía así: "Luis, María y Pablo viven todavía con sus padres en sus casas, pero Andrés y Sergio no". En días previos al examen lanzamos una arenga con severas admoniciones sobre los nexos de las coordinadas. Nos referíamos a esto, pues aquí se coordinan sintagmas o núcleos nominales, no oraciones. Así, la primera adversativa incluye un sujeto coordinado con tres núcleos y un PV con tres circunstanciales. Nada más. La segunda adversativa requería de un ejercicio de abstracción y de lógica, algo difícil si antes has puesto que hay tres copulativas o que "viven todavía" es una perífrasis. Ahora faltaba el núcleo verbal del PV, pero había una pista para sobreentenderlo, que es el adverbio "no". Era muy sencilla.

   El resto del examen contenía un ejercicio de clasificación de oraciones, otro de reconocimiento de complementos, algo de teoría de sintaxis y de tipología textual y poco más. Era asequible, fácil y acorde a lo que se ha hecho en clase. Lo que nos queda -siglos XVIII y XIX, junto con Doña Perfecta- será el epílogo, ameno y tranquilo, para el final. Eso sí, aún habrá alumnos que deberán realizar su particular descensus ad inferos de las recuperaciones o, en el peor de los casos, el estudio bajo el flexo en verano..., con el mar tan lejos de aquí.

Ah, y el título de la entrada viene de Led Zeppelin. Para algunos este examen debería haber sonado más bien a "Starway to Heaven", y para otros se ha quedado en "Dazed and confused", pero eso es otra historia:

 Led Zeppelin: "Achilles Last Stand"

miércoles, 7 de mayo de 2014

Centauros

En 1º de bachillerato estamos con la tipología textual, tema clave en el devenir de los alumnos en esta etapa formativa, y hemos estado explicando la narración en los últimos días. Para ello hemos hablado de cine, a ver si por esas se les quedaban más los conceptos de analepsis y prolepsis, tipos de personajes y estructura narrativa. Aprovechando la coyuntura, se ha aludido a Centauros del desierto, esa obra maestra del cine de la que algún día también comentaremos algo aquí. Y recordando también que la editorial Valdemar sacó hace ya un año la edición de la novela a cargo de Alan Le May (fantástica, tremenda), ponemos un vídeo -el tráiler en inglés- para los chicos sepan quién es Ethan Edwards o el errabundo Mose Harper, pero también para ver qué eso de narrar algo del pasado las elipsis o los resúmenes narrativos. Si logramos que se animen a verla, miel sobre hojuelas...Lo de hablar de Homero, la épica y demás, queda para otra ocasión.






domingo, 16 de febrero de 2014

Paisajes después de la batalla

    Una vez corregidos los exámenes de sintaxis del pasado martes, conviene realizar algunas reflexiones en voz alta sobre lo que se nos avecina. En líneas generales, un número importante de alumnos presentó batalla y salió más o menos airoso, desde aquellos que no sufrieron ni un rasguño a aquellos que volvieron a casa con cicatrices hasta en las uñas, pero vivos. Es decir, los que aprobaron, que son un poco más de la mitad. No está nada mal, sobre todo si tenemos en cuenta el miedo que generaron CRV, PVO y los SE entre las filas de los alumnos en las horas previas a la lucha. Por otro lado están los que en esa tesitura de "con tu escudo o sobre él" se han quedado en el campo de batalla, exangües, alicaidos y derrotados, mascullando por qué esa maldita compañera de viaje desde hace tantos años -la sintaxis- se ha vuelto a cruzar en su camino. Por desgracia, hubo incluso más de uno que decidió no luchar -la vertiente jipi que habita en todo curso y que se caracteriza por no hacer la guerra en ninguna circunstancia, ni aunque les vaya la evaluación en ello- y otros que murieron con las botas puestas, cual 7º de caballería con los acordes de la música de Max Steiner, a punto de llegar al cinco. Ante ellos nos descubrimos (es mejor caer del corcel que no del burro), pues con esos habrá que trabajar más y estamos seguros de que en la madre de todas las batallas, esto es, el gran examen de sintaxis de finales de abril o comienzos de mayo, lograran vengar estas afrentas. 

    Más nos preocupan esos que han decidido dejarse golpear una y otra vez, recibiendo mandobles sintácticos por doquier, esperando que en algún momento amaine...Por cierto, los de letras, sobre todo las chicas, han arrasado. Para que luego digan aquello de "el que vale vale y el que no, a letras". Cuando se tocó a rebato hace unos días hubo gente que se lo tomó en serio, estudió y apuntó aquello que había que hacer.



   En fin, que las frases para analizar y comentar (esa parte que ahora en Selectividad apenas se valora) eran estas:
  • A mi primo Carlos, ese chico tan simpático, lo han nombrado delegado los compañeros de clase. Lo primero de todo era recordar esa cantinela, tantas veces repetida, de que el sujeto nunca va encabezado por preposición. Así, si además el verbo es "han nombrado" el sujeto ha de estar en plural, por lo que "a mi primo Carlos, ese chico tan simpático" solo podía ser CD o CI. Bien, decíamos que el sujeto debía estar en plural, y lo único que hallamos así en la frase está al final, pospuesto: "los compañeros de clase". Salvo que seamos colegas de Paquirrín o contertulios de Sálvame, ese "lo" es CD. Y si ese "lo" se refiere al "primo Carlos", es que tienen la misma función sintáctica (CD). Bueno, ahora solo falta saber qué hacemos con "delegado" (masculino singular) y con lo que va entre comas. De esto último hemos de recordar que puede ser un vocativo, un Complemento Oracional o una Aposición Explicativa...La cosa está clara, pues "ese chico tan simpático" se refiere al "primo Carlos", por lo que será aposición explicativa dentro del CD. Por cierto, "Carlos" es otra aposición, pero especificativa, pues restringe el significado del sustantivo al que acompaña (¿Cuál de los primos? Carlos). En cuanto a "delegado" es un PVO, que concuerda con el CD. Si ya decías algo del doble CD, que si era enunciativa y todo eso, pues miel sobre hojuelas.
  • Los chicles han de depositarse con delicadeza en la papelera, queridos alumnos. Como ya sabemos de la especial querencia por las Pasivas Reflejas y los Vocativos, en algún momento tendríamos que toparnos con uno de ellos o con los dos. Llegamos a la oración que mejor ha salido. El vocativo, justo al final, contiene un adyacente antepuesto. Del resto de la oración vemos que el sujeto, que es paciente (el chicle no va solo a la papelera) está al comienzo, mientras que el núcleo verbal está en forma de perífrasis verbal modal de obligación, con un SE enclítico que es la marca de pasiva refleja (MPR para los amigos). Los otros dos CC son sencillos y no merecen que nos detengamos en ellos.
  • Del errático equipo francés de balonmano nunca nadie ha de fiarse en un torneo internacional. Bien, faltaba un invitado a esta fiesta, el CRV, un truhán que se disfraza a veces de CC y nos hace la vida imposible. De nuevo un SPrep al comienzo (ergo no es sujeto), un "nadie" que no se sabe muy bien qué es y un CCT al final. El núcleo verbal vuelve a ser una perífrasis verbal modal de obligación, como la de antes, con un SE que forma parte del verbo (es pronominal; te fías de alguien y necesitas el pronombre para conjugarlo). Si "nadie" lo sustituyes por un sustantivo -la selección española, por ejemplo- ves que es sujeto (otro truco es, además de la concordancia, cambiar el orden: "Nadie ha de fiarse nunca de...."). El "nunca", que dota a la oración de modalidad negativa, puede ser analizado como CCT, mientras que el sintagma del inicio es un CRV (fiarse de algo o alguien), en cuyo interior hay dos adyacentes del núcleo "equipo" y un CN de ese mismo núcleo. Otra cosa es que a estas alturas no sepamos qué signifca "errático"...
  • Últimamente, a Messi, el segundo mejor jugador del mundo, no hay que confundirlo con un pizzero. Esta frase fue hecha en clase, con alguna ligera modificación, pero si revisas los apuntes verás que está. Lo más destacado es, sin duda, el galimatías de comas que hay pero, por lo demás, es de lo más sencilla. Si todavía recordamos lo de que el sujeto nunca va encabezado por una preposición, "a Messi" no puede ser sujeto. Si además vemos que el núcleo vuelve a ser una perífrasis modal de obligación (por tercera vez), con un "lo" enclítico que hace de CD (salvo, insistimos, que seas de la pandilla de Paquirrín o contertulio de Sálvame), la cosa empieza a estar algo más clara. El problema viene cuando pensamos que "últimamente" o "a Messi" son vocativos. "Van separados por comas, ¿no?" dirá alguno. Pues sí, pero no quiere decir que sean vocativos. En el primer caso es un CCT o un Complemento Oracional, mientras que el ínclito jugador es CD, pues se refiere al "lo" que antes hemos comentado. En este CD se incluye una aposición explicativa con algo de sorna, con dos determinantes y un CN, pero nada más. Lo difícil tal vez sea el CRV del final: "con un pizzero". Pero si uno recuerda la frase "No hay que confundir churras con merinas" (o con meninas, que diría alguno...), la cosa está hecha.
De los ejercicios de los SE o las perífrasis ya hablaremos largo y tendido en clase...

lunes, 10 de febrero de 2014

El paso de las Termópilas

    Los chicos de 1º de bachillerato se enfrentan mañana con el primer gran examen de sintaxis, un escollo otrora insalvable que ha dejado numerosas víctimas en el camino (preguntándose, siempre al final, para qué demonios servía) y que amenaza con turbar la paz que hasta ahora reinaba en los felices y confiados alumnos. Si a esto le añadimos un poco de morfología, que incluye saberse los tiempos verbales (¡qué atrevimiento!) o los grados del adjetivo y los usos del presente, la cosa se convierte en una batalla digna de aquellas relatadas por Heródoto o Jenofonte. Por ello, para tratar de paliar su desventaja y soledad frente a los temibles Complemento Predicativo, Complemento de Régimen Verbal y el ejército de los "inmortales" -los SE y toda su casuística-, hemos pensado ofrecerles algo de ayuda, mostrando las debilidades y flaquezas del enemigo, que las tiene.
    Así, además de recordarles que en la plataforma del instituto se encuentra colgado un documento titulado "Algunas frases para antes de la batalla", les deseamos lo mejor, les recordamos que han de escribir con corrección y decoro, que esto no es un tatuaje de Paquirrín, y que han de estar concentrados, con la mirada del tigre, la del asesino que ejecuta con frialdad frase tras frase, complemento tras complemento, sin dudar y sin remordimiento (O es atributo o no lo es; los directos e indirectos a veces aparecen reduplicados; los CRV se camuflan tras los CC, las perífrasis y locuciones verbales pueden ser reducidas a un único núcleo, nunca hay que dejar a un SE suelto...). Pero cuidado con aquellos que hayan descuidado su preparación y lo hayan dejado al albur de un último repaso por la tarde, con la esperanza de que el día del examen la sintaxis no se presente con sus mejores armas. Es implacable y nunca tiene piedad... y siempre vuelve en septiembre.