Los toros en invierno es uno de los relatos de Antonio Castellote que presentó en el II Concurso de Novela Corta Comarca del Maestrazgo. Está ambientado en el esta zona de Teruel, y recogido en el libro Geórgicas (2012), llamado así por la narración de historias de ambiente rural que se leen en él.
La novela comienza hablando sobre cómo Bernardo, el protagonista, trabaja dura y constantemente en las obras que está haciendo en la tapia, en la masía y en el corral donde al cabo de unos meses estaría Pocapena, el toro de 667 kilos de la ganadería de los Herederos de don Eduardo Miura que ha comprado para las fiestas de la Iglesuela del Cid.
Un día, Francisca, la carnicera, fue a la masía a visitar a Bernardo y llegaron a la conclusión de que el camino por el que tendría que pasar el camión con el toro y todo lo necesario para desembarcarlo no estaba suficientemente preparado. Cuando llegan el mayoral de la finca Zahariche y Rafael, el niño pequeño que le acompaña para descargar a Pocapena, aparece Francisca con Ramón, el padre de Bernardo. Intentan descargar al toro pero Ramón ve que ni siquiera las puertas del corral están bien acondicionadas para un miura, así que deciden comer algo y al acabar, él lo apañaría todo. Finalmente lo descargan y se van todos, dejando a Bernardo con el toro en el corral, en plena noche de frío y lluvia. Bernardo piensa en las condiciones en las que se encuentra el toro y decide ponerle un toldo, pero no acaba esa faena y se va a dormir. Al dia siguiente lo hizo su padre, que fue con Francisca a la masía para controlar que todo fuera bien.
Posteriormente, Bernardo mira el corral donde estaba Pocapena y para su sorpresa, vio al toro y a la vaca roya de Francisca juntos. Bernardo se alarmó, pero conforme pasaban los días, se dio cuenta de que no había peligro; es más, Pocapena acabó preñando a la pequeña vaca roya. Se acercaba el día de la fiesta, y tanto como Francisca, como Ramón, y como Bernardo iban cogiéndole cariño a Pocapena. La costumbre en el pueblo era matar al toro después de haberlo sacado por el pueblo, pero esta vez sería diferente. Cuando el miura estaba a punto de salir por el pueblo, Francisca y su hermano Rodolfo estaban matando y descuartizando una vaca roya de sus granjas para dársela de comer al pueblo, en vez de a Pocapena.
Bernardo tenía miedo desde hacia días de que el toro bravo, al soltarlo, se quedara sentado o no hiciera nada, porque pensó que si fuera tan bueno, estaría paseando por Las Ventas o por alguna otra plaza con mayor prestigio. Al poco rato de soltarlo Bernardo, Francisca y Rodolfo oyeron gritos, porque Pocapena le había dado una cornada al pequeño Rafael, quien vino junto al mayoral desde Sevilla, para descargarlo.
A lo largo del relato, Ramón hace un comentario a Bernardo diciéndole que se case con Francisca, pero no se comenta nada más. Tampoco sabemos qué ocurre con el miura, ya que la novela acaba con el accidente del pequeño Rafael.
COMO CURIOSIDAD: Los toros miura son toros de lidia, conocidos por ser generalmente muy bravos. Estos toros son criados desde hace generaciones en la finca Zahariche. Son toros elegantes, con unos cuernos enormes de astas empuntadas, gran tamaño, lomera elevada, y patas fuertes y altas. Es un toro de lidia muy ágil y muy difícil de torear, entre otras cosas por su bravura.
La novela comienza hablando sobre cómo Bernardo, el protagonista, trabaja dura y constantemente en las obras que está haciendo en la tapia, en la masía y en el corral donde al cabo de unos meses estaría Pocapena, el toro de 667 kilos de la ganadería de los Herederos de don Eduardo Miura que ha comprado para las fiestas de la Iglesuela del Cid.
Un día, Francisca, la carnicera, fue a la masía a visitar a Bernardo y llegaron a la conclusión de que el camino por el que tendría que pasar el camión con el toro y todo lo necesario para desembarcarlo no estaba suficientemente preparado. Cuando llegan el mayoral de la finca Zahariche y Rafael, el niño pequeño que le acompaña para descargar a Pocapena, aparece Francisca con Ramón, el padre de Bernardo. Intentan descargar al toro pero Ramón ve que ni siquiera las puertas del corral están bien acondicionadas para un miura, así que deciden comer algo y al acabar, él lo apañaría todo. Finalmente lo descargan y se van todos, dejando a Bernardo con el toro en el corral, en plena noche de frío y lluvia. Bernardo piensa en las condiciones en las que se encuentra el toro y decide ponerle un toldo, pero no acaba esa faena y se va a dormir. Al dia siguiente lo hizo su padre, que fue con Francisca a la masía para controlar que todo fuera bien.
Posteriormente, Bernardo mira el corral donde estaba Pocapena y para su sorpresa, vio al toro y a la vaca roya de Francisca juntos. Bernardo se alarmó, pero conforme pasaban los días, se dio cuenta de que no había peligro; es más, Pocapena acabó preñando a la pequeña vaca roya. Se acercaba el día de la fiesta, y tanto como Francisca, como Ramón, y como Bernardo iban cogiéndole cariño a Pocapena. La costumbre en el pueblo era matar al toro después de haberlo sacado por el pueblo, pero esta vez sería diferente. Cuando el miura estaba a punto de salir por el pueblo, Francisca y su hermano Rodolfo estaban matando y descuartizando una vaca roya de sus granjas para dársela de comer al pueblo, en vez de a Pocapena.
Bernardo tenía miedo desde hacia días de que el toro bravo, al soltarlo, se quedara sentado o no hiciera nada, porque pensó que si fuera tan bueno, estaría paseando por Las Ventas o por alguna otra plaza con mayor prestigio. Al poco rato de soltarlo Bernardo, Francisca y Rodolfo oyeron gritos, porque Pocapena le había dado una cornada al pequeño Rafael, quien vino junto al mayoral desde Sevilla, para descargarlo.
A lo largo del relato, Ramón hace un comentario a Bernardo diciéndole que se case con Francisca, pero no se comenta nada más. Tampoco sabemos qué ocurre con el miura, ya que la novela acaba con el accidente del pequeño Rafael.
El gran torero Manolete fue corneado mortalmente por un miura, Islero
COMO CURIOSIDAD: Los toros miura son toros de lidia, conocidos por ser generalmente muy bravos. Estos toros son criados desde hace generaciones en la finca Zahariche. Son toros elegantes, con unos cuernos enormes de astas empuntadas, gran tamaño, lomera elevada, y patas fuertes y altas. Es un toro de lidia muy ágil y muy difícil de torear, entre otras cosas por su bravura.
Julia Lledó Ruiz, 1º de bachillerato
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