Teníamos pendientes varias reseñas de los libros de la colección "Frontera", que con tan buen gusto y calidad -véase la elección de las portadas, por ejemplo- viene editando Valdemar, bajo la dirección de Alfredo Lara, desde hace un par de años. En esta ocasión empezaremos por la última, Hondo, de uno de los escritores más prolíficos y conocidos del género de la literatura del Oeste, Louis L'Amour, autor de entre otras novelas, Shalako (que tuvo una versión cinematográfica más que interesante, protagonizada por Sean Connery y, atención, Brigitte Bardot) o El pistolero de Cheyenne (una de las pocas incursiones de George Cukor en el western). Aunque la película homónima quedaba lejana en el tiempo (John Farrow, 1953), todavía uno se acordaba de la figura imponente de John Wayne acompañado por un perro -de aspecto menos fiero que el descrito en la novela- en medio de un territorio salvaje y hostil, dominado por el jefe apache Vitorio y sus partidas de guerreros. Allí conocía a una mujer que vivía con su hijo en un rancho aislado, a merced de los caprichos de los indios, que dejaban que viviera a cambio de poder abrevar los caballos o llevarse alguna vez algo de ganado (parecido a Cielo amarillo, de William Wellman). Su marido se había ido a la ciudad y no se sabía nada de él.
Y esa historia de amor -inevitable- que va a ir surgiendo entre el rudo explorador Hondo Lane y la madre que trata de sacar adelante el rancho en solitario es la que la mayoría del público recuerda cuando se menciona la película. En cambio, al leer la novela, la trama sentimental es más débil -sobre todo hasta la mitad- y gana mucho en agilidad y frescura narrativas, que es de lo que se trata. De hecho, la descripción de las primeras escaramuzas entre un pelotón de caballería y los indios se encuentra entre lo mejor que se puede leer: conciso, ameno y duro, sin medias tintas. Quizás aquí es donde vengan a la memoria los relatos de James Warner Bellah también editados en Valdemar -Un tronar de tambores-, por lo que tienen de mostrar esa especial relación del hombre -indios o soldados- con el paisaje y cómo este último se convierte en actor indispensable. La historia entre Hondo y la señora Lowe resulta a los ojos del lector/espectador muy similar a la de Raíces profundas (George Stevens, 1953), con un niño que admira al forastero, aunque sin alcanzar, desde luego, la profundidad y majestuosidad de esta última. De hecho, el personaje de ella en la novela tiene más bemoles que en la película, también más dudas, pero resulta sin duda mucho más redondo de lo que ha quedado en la adaptación cinematográfica. Hasta ahora se puede pensar que la novela es casi perfecta, pero el final es algo que chirría, se le ven las costuras. Lo señala Alfredo Lara con su habitual precisión en el prólogo: a veces a L'Amour los finales se le atragantan y lo que podrían ser obras maestras del género se quedan en buenas novelas, sin más. Aquí sucede, a nuestro entender, lo mismo, aunque no vamos a desvelar por qué. La edición está acompañada del relato original que dio lugar a la novela, titulado "El regalo de Cochise", todo un ejemplo de concisción y adecuación a lo que ha de ser un relato del Oeste y que también conviene leer como complemento a la novela (mejor después).
Tráiler de la película
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