jueves, 12 de enero de 2012

El silencio blanco y otros cuentos

En este atípico invierno, sin nieves ni lluvias y en el que la atonía de los días solo se ve interrumpida por lecturas como la que hoy hemos realizado en 3º - El joven Goodman Brown, de Nathaniel Hawthorne - nos viene a la memoria una lectura muy adecuada para estas fechas: los cuentos del novelista norteamericano Jack London (12 de enero de 1876- 22 de noviembre de 1916). 

       El relato que da título a esta entrada - El silencio blanco - es uno de los más conocidos y reeditados, y posee todos los rasgos que han hecho de London uno de los autores de narrativa breve más destacados, junto con Poe, Irving y Hawthorne (dentro de la literatura norteamericana del XIX). Quizás recuerdes a London por ser el autor de La llamada de lo salvaje y Colmillo blanco, dos breves novelas muy populares  que han contado con unas más que correctas versiones cinematográficas. 
La experiencia que London tuvo como buscador de oro en Klondike (Alaska) durante la fiebre del oro de 1897 fue decisiva, ya que la dureza del clima extremo que sufrió le permitió conocer mejor la conducta humana en situaciones difíciles y servir de base para algunos de sus mejores cuentos, como Encender un fuego, La ley de la vida o Una odisea en el norte. A nosotros nos encanta el primero de esta tríada, pues supone una desesperada lucha de un hombre por sobrevivir en medio de las vastas soledades heladas y en apenas veinte páginas London nos logra transmitir la angustia y desesperación crecientes del protagonista, siempre próximo a la salvación, y con la única compañía de un perro, ejemplo máximo de la fidelidad para London (recuerda Colmillo blanco). Tal vez sea en las condiciones más extremas donde el carácter del hombre es puesto a prueba y es en situaciones como estas en las que London expone de manera más nítida su concepto de la amistad y la lealtad.
        También es autor también de una excelente autobiografía - Martin Eden - y de unos maravillosos Cuentos de la patrulla pesquera, amén de ser uno de los primeros escritores que mostraron su compromiso con los más desfavorecidos y con la brutalidad y opresión que sufren los trabajadores. Su vida privada fue bastante agitada y osciló desde las penalidades de sus años de juventud hasta la abundancia y el desmedido amor por el dinero de sus años de éxito, ofreciendo de este modo una trayectoria breve pero intensa (murió a los 40 años).

A menudo se ha relegado a London a la categoría de "autor juvenil", ese marbete con un tono peyorativo bajo el que conviven Verne, Salgari, Cooper y algunos otros, negando de esa manera - por desgracia - una importancia e influencia mayor en la historia de la literatura. Como aquí nos gustan este tipo de autores y pensamos que la buena literatura no entiende de absurdas clasificaciones, nos gusta recuperar alguno de los clásicos más destacados. Desde el blog solo podemos aconsejarte su lectura o el visionado de algunas de las pelícuas basadas en sus obras. Si quieres echarle un ojo  a los cuentos, los tienes en nuestra biblioteca, en una preciosa edición de Alianza.


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