martes, 17 de enero de 2012

10 años sin Cela

Tal día como hoy, hace ya diez años, fallecía Camilo José Cela, uno de los escritores más importantes de la narrativa española del siglo XX, autor de, entre otras, La colmena, La familia de Pascual Duarte o Viaje a la Alcarria. Lo cierto es que, como se ha recordado estos días en la prensa, su obra ha ido quedando relegada a un cierto olvido y las noticias que aparecen en torno a su inmensa figura tienen más que ver con asuntos judiciales que con los estrictamente literarios, ensombreciendo de este modo una de las trayectorias literarias más brillantes de la segunda mitad del siglo pasado. 


    Además, para el gran público Cela ha pasado a la historia de la literatura por sus estrafalarias y llamativas intervenciones en los medios de comunicación (algún día te contaremos lo de la palangana y te explicaremos el uso del gerundio y del participio con alguna de sus anécdotas), su tardío matrimonio con la periodista Marina Castaño y las peleas judiciales por su legado literario o las acusaciones de plagio al final de su vida. Por otro lado, cierto sector de la crítica no dejaba de recordar su papel como censor en los años cuarenta, enturbiando así la trascendental influencia que comenzó a ejercer su narrativa a raiz de La familia de Pascual Duarte (1942), que iniciaba el denominado "tremendismo", que te explicarán en 4º de ESO o 2º de Bachillerato. 


         Lamentablemente, hace ya algunos años que dejó de ser lectura obligatoria (nos suena que en el extinto COU se leía La colmena...) y quedó reducido a un breve epígrafe en los manuales de literatura, junto con Cernuda, Salinas, Martín Santos y otros ilustres olvidados de los planes de estudio. Finalmente hay que recordar su destacada labor como "agitador cultural" a través de la mítica revista Papeles de Son Armadans, que ideó durante sus años en Mallorca y en la que trabajó como secretario uno de los mejores poetas españoles de la segunda mitad del siglo XX, José Caballero Bonald, felizmente activo a sus 85 años.
          Con estas breves y apresuradas líneas queremos recordar a este escritor, que no dejaba nunca indiferente a nadie, y que poseía una de las más sólidas y dilatadas trayectorias narrativas de la segunda mitad del siglo XX. Ahí es nada. 
          Por cierto, en la biblioteca del instituto crían polvo algunas de sus obras...

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