"Tyler llegó con los caballos el 18 de febrero, tres días despúes de que el acorazado Maine estallara en el puerto de La Habana. Vio águilas ratoneras flotar en el cielo, como suelen hacer estas aves, pero no alcanzó a distinguir qué buscaban. Se encontraba frente al castillo del Morro; el barco ganadero dejaba una columna de humo negro tras de sí mientras avanzaba por el estrecho. Poco después vio un mástil de barco y un amasijo de metal que sobresalía del agua, sobre el que estaban paradas algunas gaviotas. Uno de los marineros mexicanos de cubierta preguntó a voz en cuello a la embarcación del práctico que les mostraba el camino qué eran aquellos restos. El práctico contestó que era el Maine. ¿El qué? A Tyler no le sirvió el español que había aprendido en la frontera para entender qué decían las voces alzadas contra el viento. El marinero le dijo que era un buque de guerra, un acorazado."
Elmore Leonard, Cuba libre. Barcelona, Ediciones B, 1998.
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