Situémonos: 26 de octubre 1776. Alta mar. El Reprisal, un bergantín de doble mástil, cien pies de longitud, armado con dieciséis cañones y una tripulación de ciento treinta hombres, abandona silenciosamente Filadelfia camino de Nantes. A bordo, un hombre con una misión diplomática secreta: obtener la ayuda de Francia y España para las colonias rebeldes americanas. Una misión delicada contra un país tan venerado como odiado, Inglaterra. Un viaje que podría durar desde varias semanas hasta una eternidad por el Atlántico, si tenemos en cuenta que el barco podía ser apresado por cualquier navío británico o resultar hundido por las tormentas del otoño. ¿Qué anciano personaje notable habría de afrontar el riesgo de un viaje así?
Fragmento de La peluca de Franklin, de María José Codes, publicado por Menoscuarto.
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