miércoles, 12 de junio de 2013

La lluvia amarilla

De aquellas lecturas de la segunda evaluación de 1º de bachillerato aún nos quedan algunas entradas pendientes. Inés Tortajada eligió La lluvia amarilla, de Julio Llamazares. Aquí va su opinión:

     En una zona rural como la nuestra siempre la despoblación es uno de los temas a tratar. Pues bien, la novela La lluvia amarilla de Julio Llamazares refleja una situación similar a la de los pueblos turolenses, a diferencia de que nuestros pueblos que sufren despoblación en verano siempre se llenan de vida, pero Anielle (en Huesca) solo contaba con la presencia de una familia durante todo el año hasta que terminó por quedar vacío completamente.
    La novela se sitúa en el Pirineo oscense, en el pueblo nombrado anteriormente, Ainielle, al lado de Biescas. Este está localizado en la ladera de una montaña, entre peñas y bancales. Sus casas son de piedra con tejados de pizarra, muchas de ellas están tapadas por las zarzas y las ortigas, el musgo y la humedad las han hundido, al igual que a su iglesia. Pero lo más característico de Ainielle es su silencio y la soledad.
    El protagonista de esta novela es Andrés, que vive con su perra y su mujer, la cual no puede soportar dicha soledad y opta por quitarse la vida. La perra fue con el tiempo el único ser vivo que acompaño a Andrés hasta el final de sus días. A la vez que para él fue mucha compañía también fue un motivo de preocupación cuando escaseaban los alimentos y pensaba mucho en que pasaría con ella cuando él muriera. Los árboles lo calmaban y le hacían compañía porque veía entre las sombras de los chopos como si hubiera alguien más y esa sospecha le hacía no sentirse solo. Finalmente, de una manera muy triste Anielle queda totalmente deshabitado.
    El ritmo lento de la forma de narrar de Julio Llamazares creo que es el adecuado para narrar la historia de un pueblo en el cual los días y sobre todo el invierno pasan demasiado despacio. Me gusta cómo te hace sentir el silencio y la soledad que predomina en el pueblo. Pero la novela a la vez me ha agobiado un poco imaginándome a Andrés viviendo solo con una perra los últimos años de su vida, sin nada que comer, sin nadie con quién hablar, y pensando quién lo iba a encontrar cuando muriera.

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