jueves, 19 de diciembre de 2013

Una flor de hierro

Una flor de hierro. Folletín modernista por entregas fue el tercero de los folletines publicados en Diario de Teruel durante el mes de agosto de 2007 y consta de 23 capítulos. En esta novela se observa un cambio fundamental con respecto al plan inicial, que decía así: "No la contará un jubilado sino una niña de diecisiete años, no será en invierno sino en primavera, no estará escrita en lenguaje oral sino en pedrería modernista...". El cambio al que aludimos, tras esta cita extraída de una de las entradas del blog de Antonio Castellote publicada con anterioridad al folletín, tiene que ver con el narrador: este es el primero de los folletines en los que se abandona la primera persona narrativa y se adopta un narrador omnisciente, en tercera persona, que se mantendrá durante el resto de folletines. Es un modo narrativo distinto, que ya había ensayado previamente con éxito en el relato Los toros en invierno (escrito en la primavera de 2007 y recogido posteriormente en Geórgicas, ya en 2010). Al mismo tiempo, conviene leer las diferentes entradas sobre el modernismo que se encuentran en su blog. 


Cabecera del folletín a cargo de J. C. Navarro

    La novela empieza con la presentación del Marqués de Valdeavellano, don Leopoldo, un joven soltero de 30 años, bon vivant que vive con su madre. La única preocupación de esta es que su hijo lleve una vida discreta y no dé escándalos. Estamos en la primavera de 1909 y el marqués se halla cuidando sus flores en el invernadero de la vega del río Guadalaviar, absorbido por su pasión por la botánica. En su empeño contrata a estudiantes pobres del Colegio de La Salle, institución que tendrá su importancia en la novela. El marqués propone a su madre dejar "huella arquitectónica" en la ciudad, tal vez una iglesia. Enseguida se acuerda de Pau Monguió, que había estado en Teruel anteriormente -entre 1899 y 1902-, tiempo en el que reconstruyó el convento de los Franciscanos, el panteón del Capítulo Eclesiástico, todo ello "en un estilo muy moderno": Leopoldo quiere una "revolución estética", algo que retome las ilusiones modernistas que tuvo de joven. 
    Pau Monguió será otro de los protagonistas de la narración, junto a su mujer Guillermina y su hijo Raimon. Decide aceptar la oferta para cubrir la vacante de arquitecto municipal en Teruel y terminar así con las estrecheces y penurias que estaba pasando en Tortosa. Para él es motivo de orgullo, pues de aquella ciudad (Teruel) guarda gratos recuerdos. Al mismo tiempo la narración presenta a un personaje que tendrá un papel destacado a lo largo de la historia, Rosser, la sobrina de Pau, de la que se dice que ha contraído las "fiebres ondulantes", es decir, la brucelosis. Ya hablaremos de ella, porque allá donde va causa revuelo.

Ilustración de J. C. Navarro para el capítulo 3

    En el tercer capítulo -"Locomotora mastodonte"- la acción se traslada a la provincia de Teruel, a una zona diferente a las que hasta ahora habían aparecido en los folletines -el Maestrazgo en Fabricación británica y la Sierra de Albarracín en Los ojos del río-, pues esta vez se sitúa en el Jiloca, en las minas de hierro de Ojos Negros, que era de donde se llevaba el mineral a Sagunto. Por cierto, el tren también aparece en La enfermedad sospechosa (2009) como uno de los temas de la novela. Conoceremos a Tomás Maícas, ayudante del herrero, un personaje clave en la trama; a Facundo, quien sirve para introducir otros de los temas de la novela, como el anarquismo y las luchas obreras (él es "el mensajero del mundo real")...
   Como vemos, los primeros capítulos sirven para presentar a los diversos personajes en sucesivos hilos narrativos que luego suelen confluir en una misma trama. Es el mismo procedimiento narrativo que observamos en los dos siguientes folletines. En cambio, con las dos novelas anteriores la narración era más lineal, amén de que la historia estaba relatada en primera persona. Sin embargo, en algunos capítulos encontramos otras técnicas narrativas, como el empleo de una suerte de cronista local para los actos del teatro o los diversos y muy reveladores monólogos interiores de algunos personajes. A todo ello hay que sumar la estética modernista que rodea la historia, el ambiente cultural y refinado de buena parte de las escenas y el buen hacer del novelista a la hora de realizar análisis psicológicos de sus personajes, sobre todo los femeninos.
    Seguimos el próximo día.

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