domingo, 15 de diciembre de 2013

Otoño ruso (y III)

Habíamos dejado al pobre Kólia solo el otro día y casi ni se había hablado de él. Lo cierto es que este chico, que estudia 1º de bachillerato en el instituto, ofrece un nuevo hilo narrativo dentro de la trama, pues su integración en un nuevo país, con una cultura diferente, permite tratar otros temas. En su momento se publicó en el blog de Antonio Castellote un capítulo, titulado "Conocimiento del medio", centrado en la relación de Kólia y un alumno chino, que finalmente no apareció en la novela y que aportaba nuevos datos sobre el personaje. Decíamos que Kólia es nuevo en estos lares; no tiene amigos, presenta problemas con el idioma, aunque las pilla todas en matemáticas (mas no lo demuestra). Su aspecto resulta algo extraño, con ese viejo abrigo de su abuelo Rodión y un mechón de pelo cubriéndole el rostro. Así, los capítulos en los que él aparece como protagonista de la narración, nos permiten asistir a su evolución como personaje y a su progresiva adaptación al medio (turolense). Tanto Esther, que vive en Alfambra y coge el mismo autobús que él para ir al instituto, como Julia, la hija de Bernardo, jugarán un papel decisivo en el cambio operado en él, aunque de esta relación lo mejor es dejarlo para que lo descubra el lector.

Ilustración de J. C. Navarro para el capítulo 15

   A lo largo de la narración irán apareciendo otros personajes, como el amigo cubano de Frías, que ya había sido presentado en Los ojos del río, o la tía Angelita, una mujer de armas tomar, pero que responde muy bien a un arquetipo presente en nuestros tiempos. También están otros loci de la narrativa de Antonio Castellote, como el juego de la morra, Galdós (el perro de Bernardo se llama Canelo, como el perrito de Luisito Villaamil en Miau), la geología como gran oportunidad para la provincia de Teruel en términos de desarrollo y estudio, la presencia de la Guerra Civil (a través de la historia de Rodión) y el fin de las utopías, mediante la historia del nuevo empleo de Mijáil en una granja cercana.
  Y nos olvidamos del podenco de Bernardo y de la perrita de Rodión. Para ello habrá que leer el capítulo 21 para saber qué pasa (aunque es evidente). Quizás no es este un análisis pormenorizado de la estructura narrativa ni de los personajes; no era ese nuestro objetivo, sino presentar la novela a los alumnos de 1º de bachillerato, tal y como hicimos con Fabricación británica y haremos esta semana con La enfermedad sospechosa, Una flor de hierro y Los ojos del río.., aunque nos haya salido una redacción algo pedestre, un tanto deslavazada.
   

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