Aprovechando una alusión durante un comentario de la magnífica novela que estamos leyendo en 1º de Bachillerato - Doña Perfecta, de Benito Pérez Galdós -, José Manuel Valenzuela nos recuerda de manera breve en qué consistía el mito de Pigmalión.
Pigmalión y Galatea, según Angelo Bronzino
Pigmalión fue un rey de Chipre que buscó a una mujer con la que casarse. Pero con una condición: debía ser la mujer perfecta. Cansado de su búsqueda, decidió no casarse y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas. Una de ellas, Galatea, era tan bella que Pigmalión se enamoró de ella. Así decía Ovidio en el libro X de Las Metamorfosis:
Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida. Se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llenó de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.
Al despertar, Pigmalión se encontró con Afrodita, que, conmovida por el deseo del rey, le dijo "mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal". Y así fue como Galatea se convirtió en humana.
Al despertar, Pigmalión se encontró con Afrodita, que, conmovida por el deseo del rey, le dijo "mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal". Y así fue como Galatea se convirtió en humana.
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