martes, 6 de marzo de 2012

Segunda parte del Quijote (II): la definitiva

      Sigue contando Cide Hamete algunas cosas interesantes para el examen de este viernes. Son interesantes los consejos que le da don Quijote a Sancho en el capítulo 13 sobre cómo ha de comportarse un gobernador de una ínsula: es una clara muestra de que nuestro viejo hidalgo no está tan loco como aparenta y que tiene momentos de extrema lucidez ("¿Quién hubiera oído este razonamiento de don Quijote sin tenerlo por persona muy cuerda? Pues, como muchas veces se ha dicho, solamente disparataba cuando se le tocaba la caballería"). Insistimos en este pasaje, pues es una muestra clara de cómo don Quijote alterna momentos de cordura con otros de locura. También es interesante la canción de Altisidora y la inocencia de don Quijote al escucharla. Poco diremos del gobierno de Sancho, más allá de su progresiva decepción con su nueva profesión, que terminará con su abandono del cargo y su vuelta al palacio de los duques.
    
     Tampoco vamos a detenernos en las cartas entre don Quijote, Sancho y su mujer, más allá del procedimiento narrativo de introducir cartas en medio de una narración, ni en el episodio de don Quijote con doña Rodríguez, algo confuso, y que nos muestra al caballero de nuevo en su papel de loco. En la vuelta de Sancho al palacio de los duques tras su renuncia al cargo se encontrará con su vecino el morisco Ricote, que introduce un tema de índole social, como es la expulsión de España de los moriscos. La vuelta de Sancho concluirá con su encuentro con su antiguo señor, don Quijote, tras una angustiosa noche en la que su mayor preocupación es poder tener algo que comer. 
       A continuación don Quijote tendrá un duelo con el robador de la honra de la hija de doña Rodríguez. Pero el duelo no se celebrará, pues Tosilos afirmará que quiere casarse con la hija, dejando de este modo a don Quijote sin mostrar sus habilidades guerreras. Eso sí, don Quijote se declara vencedor. Después de este episodio dejarán a los duques y correrán sus últimas aventuras.
     En este sentido, y ya en la parte final, conviene detenerse en un par de episodios. Así, la fingida Arcadia a la que llevan a don Quijote dos jóvenes doncellas en el bosque, en un ambiente pastoril que terminará con los dos protagonistas coceados por el ganado de los pastores. Un nuevo fracaso en una ya demasiado larga lista de decepciones. Tomarán posada en una venta, y allí, por la noche, escucharán en un aposento estas palabras: "Señor don Jerónimo, mientras traen la cena, leamos otro capítulo de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha". Ese libro que leen los huéspedes no es otro que la continuación apócrifa del Quijote, publicada en 1614 por un enemigo de Cervantes que usó el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, natural de Tordesillas. Nuestro héroe lo desacreditará enseguida, ya que dirá que el autor se desvía de los acontecimientos y que falsea algunos datos. También afirmará don Quijote que no va a acudir a Zaragoza, pues en la versión de Avellaneda sí que iba a estar para unos juegos caballerescos, y decide, de este modo, desacreditar definitivamente a Avellaneda. Es uno de los episodios clave de la obra.
     
       Tras sus aventuras con el bandido Roque Guinart y la descripción de la vida de los bandoleros, don Quijote y Sancho se dirigirán a Barcelona para acudir a unas justas. Haciendo algunos pequeños saltos en la narración (estancia en casa de Antonio Moreno, episodio de las galeras, narración de Ana Félix, la morisca cristiana) nos vamos a la "aventuras más triste que sucedió a don Quijote" (capítulo 23 en la edición que estamos manejando), que no es otro que el duelo con el caballero de la Blanca Luna, a costa de la belleza de Dulcinea. Evidentemente, nuestro héroe tiene poco que hacer frente a este caballero ("Don Quijote, molido y aturdido, sin alzarse la visera, como si hablara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma..."), y en desigual combate será derrotado. Su penitencia será volver a su hogar. Este misterioso caballero que lo derrota no es otro que Sansón Carrasco, quien afirma que su propósito no es otro que traer de vuelta a don Quijote a su hogar ("A mí, señor, me llaman el bachiller Sansón Carrasco y soy del mismo lugar de don Quijote de la Mancha, cuya locura mueve a lástima a todos cuantos le conocemos"). Algunas nuevas humillaciones durante su regreso más y  el tema de los azotes de Sancho jalonarán la triste vuelta. 
      
      Finalmente, tras nuevas pullas hacia Avellaneda (capítulo 25), don Quijote caerá enfermo de melancolía y será desahuciado por el galeno ("Fuese por disposición del cielo o por la melancolía de verse vencido, le asaltó a don Quijote una calentura que le tuvo seis días en la cama, en los cuales Sancho Panza no se separó de la cabecera..."). Mostrará su deseo de terminar con sus aventuras, pese al conmovedor intento de Sancho de proseguir con su vida de lances y aventura. Recuperará el juicio y pedirá un confesor y un escribano para que haga su testamento. Antes de morir afirmará lo siguiente: "Señores, yo fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha y ahora soy Alonso Quijano el Bueno. Ténganme en la estimación que de mí se tenía...".  Con su muerte se cierra el libro y este modesto resumen que contiene algunas pistas (demasiado claras, la verdad) para el examen del viernes.
Vale.
       

1 comentario:

  1. Me ha servido muchísimo para mi examen, muchas gracias.

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