Durante el siglo XIX, España era el destino de muchos viajeros románticos que buscaban aventuras y exotismo, en especial Andalucía. Los viajes de estos grandes artistas, como Victor Hugo, Merimée, Ford o Washington eran largos, solían tener como última parada Granada, aunque muchos de ellos se quejaban de lo largo que era el camino, como Mérimée se quejó, “necesitamos ocho días para alcanzar Granada. Es cierto que seguíamos el camino más romántico del mundo, es decir, el más montuoso, el más pedregoso, el más desierto que pueda poner a prueba la paciencia de un viajero”; sabían que les aguardaba un premio, la Alhambra. Ford describió la Alhambra así: “En las noches serenas de verano los rayos difuminados (de la luna) tocan con su punta los arcos de filigrana y dan una profundidad a las sombras y una magnitud nebulosa e indefinida a los salones más lejanos que duermen en la oscuridad y en el silencio, roto solamente por el monótono zumbido del vuelo de algún murciélago”. Para Washington Irving la mitología desprendida de la Alhambra, además del lugar, era lo que le fascinaba. A causa de estos grandes artistas se ha creado una imagen estereotipada de España, en que se le describe como un lugar lleno de exotismo y misterio, de fiesta y holgazanería, de hecho muchos se decepcionan cuando no encontraban esa imagen tan bella que se esperaban. Mérimée señaló: “La civilización ha hecho progresos muy considerables, demasiado considerables para nosotros, aficionados al color local”. Aunque algunos sí vieron más allá del folklore y retrataron la realidad fielmente, como Nayles: “Las costumbres no son más severas en España que en Francia o en Alemania, la rigidez de las dueñas no se encuentra más que en las novelas, y los maridos no son ni más severos ni más celosos que en otra parte”.
Las estampas de la colección Rodríguez-Moñino están compuestas por cerca de
cuatro mil ejemplares de época y temática diversas, conservadas en la
Real Academia Española. En
el siglo XVII y XVIII los viajes por Europa tuvieron mucho auge. Eran
conocidos por Gran Tour (populares entre jóvenes franceses e ingleses de
alta clase para completar su educación) Mientras, España carecía de
interés pedagógico para ellos, hasta que el espíritu romántico (con
nuevos intereses) convirtió a nuestro país en un deseoso destino. Cada
vez eran más los viajeros románticos que sentían atraídos por nuestro
país (destino exótico).
Algunos objetivos del viaje eran encontrar
mercancías o aventuras de anhelos soñados y nostalgias compartidas en el
ilustrado entorno romántico.
En el siglo XIX, muchos eran, los que tenían gran curiosidad por convivir con gente distinta, diferente, y a esto hay que sumarle que en esta época lo exótico, fantástico estaba en apogeo. Por ello se produce un aumento en diarios, epistolarios, memorias de viajes…
Algunos ejemplos de estos viajeros románticos son, entre otros muchos, Richard Ford, Genaro Pérez Villaamil, Gerald Brennan (siglo XX), Gustave Doré.
Estela Blasco, Hamza Jeblaoui (4º ESO B)
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