El título de esta entrada viene del sobrenombre con el que Larry McMurtry (fantástico escritor norteamericano) ha rebautizado a Edward Abbey en la portada de El solitario del desierto. Una temporada en los cañones, que acaba de publicar con su habitual gusto y cuidado la editorial Capitán Swing. Su lectura nos está llevando estos días de otoño y nos ha traído a la memoria otra estupenda novela de este autor, titulada El vaquero indomable (publicada por Berenice hace ya unos años, al igual que La banda de la tenaza o ¡Hayduke vive!), que tuvo una adaptación cinematográfica con un título igual de épico: Los valientes andan solos (D. Miller, 1962), con Kirk Douglas en el papel de Jack Burns, un personaje quijotesco y luchador.
El solitario del desierto es el resultado de la experiencia de Abbey como guarda en el Parque Nacional de Los Arcos, al sur de Utah:
"No estoy solo, en realidad. Junto a la roca en equilibrio revolotean tres cuervos, graznando al amanecer y graznándose entre ellos. Seguro que les complace tanto como a mí que haya vuelto el sol; ojalá supiera su lenguaje. Preferiría intercambiar ideas con los pájaros en la tierra que aprender a establecer comunicaciones intergalácticas con alguna oscura raza de humanoides en un planeta satélite del mundo de Betelgeuse. Lo primero es lo primero. Los cuervos graznan con voces roncas, las alas negroazuladas batiendo contra el cielo dorado. Por encima del hombro me llega el chisporroteo y el olor del tocino friéndose. Así fue esta mañana". (p. 19)
Y para los nostálgicos, un fragmento de Los valientes andan solos:
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