Robinson Crusoe, escrito por Daniel Defoe en 1719, trata sobre la singular vida de un náufrago que con su inteligencia y perseverancia consiguió volver a su tierra.
Robinson nació en York (Inglaterra) en el año 1632. Aunque su padre quería que estudiase Leyes, él soñaba con explorar el mundo y vivir aventuras marineras. Así que un día se escapó de casa y se fue a hacia Londres en barco, pero una tempestad impidió que llegara a su destino y que atracara en Yarmouth. Allí Robinson conoció a un capitán que partía hacia Nueva Guinea para comerciar con los nativos y se fue con él.
El primer viaje a Nueva Guinea fue todo un éxito porque cambiaron objetos de poco valor como espejos, vasijas, ropa, paraguas… por polvo de oro, pero en el segundo viaje un corsario turco les asaltó y además de robarles todo, secuestró a Robinson y al resto de la tripulación y los hizo esclavos en su casa de Marruecos.
Un día, su patrón mandó a Robinson y a sus dos compañeros, Xuri e Ismael, a pescar en una chalupa. Robinson consideró que había llegado el momento de escapar y tiró a Ismael al agua. Xuri prometió serle fiel y se convirtió en su esclavo.
Afortunadamente, una galera portuguesa se encontró con ellos y los rescató. Los portugueses iban rumbo a Brasil y se fueron con ellos. Al llegar, el capitán le dio unos doblones a Robinson y Xuri se quedó con el portugués.
Con ese dinero Robinson emprendió un hacendado, que consistía en una plantación de tabaco. El negocio le iba bien pero necesitaba trabajadores para sus tierras, así que pensó en ir a África a por esclavos.
En su viaje, una gran tormenta hizo naufragar al barco entre las desembocaduras de los ríos Orinoco y Amazonas. Robinson fue el único superviviente de aquel naufragio, apareció en una isla inhabitada en la que vivió durante unos veinte años. Lejos de morir por hambruna o soledad, Robinson supo adaptarse al medio. Cuando bajaba la marea hacía visitas al barco encallado, recuperando utensilios, armas, pólvora… y hasta un gato y un perro. Construyó su propia casa, cultivó cereales y se alimentó de los recursos de la isla. En los años que pasó solitario, descubrió que de vez en cuando unos caníbales navegaban hasta su isla y hacían rituales antes de comerse a sus “presas”. Un día, rescató a un preso que intentaba huír de los caníbales y a este salvaje lo llamó Viernes, le enseñó a hablar el inglés, a cocinar, a plantar, a utilizar el fusil y muchas más cosas.
Más tarde, rescataron de nuevo a un marinero español y al padre de Viernes y todos idearon un plan que consistía en ir a la isla de los caníbales a por los demás marineros para construir un barco y huír de la isla, pero ocho días más tarde de que el marinero español y el padre de Viernes partieran hacia su isla, un barco inglés pasó por al lado de isla. Entonces Robison y Viernes hicieron señales que los marineros vieron. Al cabo de un tiempo, llegarían a York, donde se acabaría la historia.
Esta novela es interesante porque está llena de aventuras y desventuras. Además enseña cómo convertirte en un verdadero superviviente, sin cámaras ni personas a tu alrededor como en algunos “realities” actuales. Me ha gustado porque al igual que Ulises es un hombre listo, muy curioso y sabe resolver sus problemas.
Iván Pellicer Latorre, 1º ESO A
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