domingo, 26 de enero de 2014

Mejor terminar así...

Hemos sufrido y mucho. No solo hoy, ante una selección de Croacia que no ha tenido un buen día y que ha notado la falta de banquillo y relevo para los titulares. Se ha pasado mal ante rivales más que asequibles, como Noruega o Austria, pero al final se ha pescado medalla, que es lo que cuenta. Hace un año del gran partido, de la mayor exhibición colectiva de un equipo en una final de campeonato (35-19 ante Dinamarca) y menos de medio año de la desaparición del Balonmano Atlético de Madrid y la posterior devaluación de la liga Asobal, con dificultades para todos los equipos, salvo el Barcelona, arropado siempre por su "hermano mayor" de fútbol. Tenemos a una veintena de jugadores internacionales en el extranjero y solo el Barcelona -y el dignísimo Logroño- mantienen el pabellón bien alto por Europa. No es el momento de analizar por qué la crisis se ha ensañado tanto con este deporte que tantas alegrías y buenos momentos nos ha dado en los últimos tiempos, junto con las consiguientes decepciones, frustraciones y sueños rotos que también nos hemos llevado. 

    El balonmano fue, antes de la llegada del tiki-taka y de los júniors de oro (Gasol, Navarro, Reyes y compañía), uno de los deportes en los que más éxitos de selección -medallas de bronce y plata en Europeos desde mediados de los noventa (y más de un frustrante cuarto puesto)- y de clubes (el Barcelona de Valero Rivera, el Portland San Antonio y el Ciudad Real de Dujshebaev, pero antes el Teka Santander o Elgorriaga Bidasoa de Irún en la Copa de Europa, y también Ademar León, Valladolid o Granollers en otros torneos europeos) hemos logrado. Aunque siempre se ha ido con cierto complejo por Europa cuando de la selección se trataba, como si fuéramos unos invitados de lujo en las grandes citas, en las que estaban los mismos (la Suecia de Wislander, Olsson, Lövgren y Svensson; la Rusia de los Lavrov, Torgovanov o Atavin...) y en la que los franceses solían dejarnos hechos un guiñapo. Ya antes, con Stocklein, Richardson, Anquetil, Cazal y Martini (¡ese sí que metía miedo y no el "histriónico" Omeyer!) nos tocaba sufrir, echar los higadillos y terminar mordiendo el polvo. En los últimos años ha sido lo mismo, pero la brecha era cada vez menor y teníamos la sensación de que se les podía ganar. El viernes tuvimos la gran ocasión y no la aprovechamos. No tienen lateral derecho, su pivote está flojo, Karabatic ya no es tan determinante...y palmamos. Es cierto que su portero puso el candado, que Abalo demostró por qué él y Källman cambiaron el concepto de extremo y dejamos que Porte se convirtiera en actor principal. No funcionó nuestra defensa, esa que tantos réditos nos ha dado (y nos dará) y volvieron los complejos, los miedos y la falta de confianza. La selección gala está en periodo de transición; nosotros ya lo tenemos hecho...y fallamos. En fin, que el viernes retrocedimos diez años. Ojo, también nos ha faltado portero, juego con los extremos y no hemos empleado nuestro fondo de armario. A Jorge Maqueda lo teníamos que dosificar más (¡cuánto recuerda a Garralda!) y hace falta un lanzador desde larga distancia (¿Álex Dujshebaev, Montoro?) y alguien que ayude en la manija (¿Mindenguía?), pero tenemos los mimbres para volver a ganar un campeonato y consolidarnos en la elite. Además, el "héroe discreto" que es Joan Cañellas se ha revelado como el mejor jugador de Europa (digan lo que digan) y eso es algo que, desde Guijosa y el mentado Dujshebaev, no teníamos. Hay futuro y eso es con lo que nos hemos de quedar. ¡Si hasta tenemos un comentarista de nivel!:



Al término de la primera parte de la final entre Dinamarca y Francia, los bleus zurrándoles la badana a los cariacontecidos chicos-Dogma. Habrá que ver si aguantan todo el segundo tiempo y si Landin empieza a parar. Los cinco primeros minutos son clave. Si los franceses ganan hoy lo habrán hecho ante las dos mejores selecciones -España y Dinamarca- que peor han gestionado sus cabecitas: unos por un miedo atávico ante su tradicional bête noire y el otro por una suerte de secular bloqueo ante los grandes acontecimientos. Veremos.

Terminada la final, nos quedan claras varias cosas. Lo primero es que los franceses tienen oficio, savoir faire, y saben aprovechar sus oportunidades. Lo segundo es que saben optimizar sus recursos como nadie, reinventar jugadores (Porte) y sobreponerse a sus debilidades, pues el peso ofensivo lo han llevado sus extremos...sin apenas contraataques. Después, tienen instinto, huelen la sangre (de horchata) de los daneses y llevan muchas horas de vuelo encima. Lo que también queda claro es que después de esto, los chicos-Dogma han de pasarse por algún diván...Pese a todo ello, España puede plantar cara y derrotar a Francia, aunque es una cuestión mental: con ellos hay que ir a degüello desde el primer minuto, algo que nos faltó el otro día. Lástima por el "colérico" Wilbek, terminar así después de tantos éxitos con las selecciones femenina y masculina de su país. 

2 comentarios:

  1. Bendita "transición" francesa. Les han dado un baño en el primer tiempo...

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  2. También le dais al balonmano en Monreal?!!!

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