¿Sabías que Azorín quiso fundar una Academia de la Lengua alternativa, junto a Blasco Ibáñez? ¿Que Cela conocías los bares de peor reputación de Madrid? ¿Que el pobre Miguel Mihura se murió antes de ingresar en la Academia (ya lo habían nombrado) o que Eugenio Montes tardó 37 años en tomar posesión? Para saber de estas y otras anécdotas queremos dar noticia de la reciente publicación de La Academia se diverte, del periodista Sebastián Moreno. Se trata de una divertida recopilación de anécdotas sobre los académicos de la lengua a lo largo de los 300 años de la docta institución, que "limpia, fija y da esplendor". Como ya hablamos en su día de la anécdota de los muros de la Academia, la de Dámaso Alonso en algún bar, así que no os pillamos de nuevas. Seguro que resulta amena y ofrece una imagen más cercana de la institución.
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