lunes, 5 de septiembre de 2011

El último mohicano


Con los estertores del verano y el inicio de curso en apenas unos días, queremos recordar una de las lecturas que comentamos durante el curso pasado, una de las novelas - El último mohicano - que toda persona de bien debe leer alguna vez en su vida; es decir, otra de esas obras con las que vamos a insisitir, con contumacia tal vez, con el objeto de que disfrutes como lo hemos hecho nosotros. Para ello seleccionamos el curso pasado una película de aventuras basada en la obra homónima de James Fenimore Cooper, un novelista norteamericano de la primera mitad del siglo XIX.
Disfrutarás con las andanzas de Ojo de Halcón, Uncas y Chingachgook por los bosques y las montañas, durante las luchas entre los indios y los pioneros americanos (allá por el siglo XVIII, justo antes de que EE UU se constituyera como país, y en medio de las guerras entre franceses e ingleses por los territorios del este del país). A este tema y al personaje principal – Ojo de Halcón – también le dedicó Cooper otros libros, como Los pioneros o El cazador de gamos. Se trata de novelas que entusiasmaban a los lectores de todas las edades y épocas, que eran nostálgicos de otros tiempos que no retornarían, de unas aventuras que ya no se volverían a vivir.
El último mohicano está ambientada en el territorio de los Grandes Lagos. La trama se desarrolla en 1757 y es el viaje - accidentado, lleno de peligros, pero que al final depara conocimiento y experiencia -, entre dos fortalezas del bosque, los fuertes Edward y William Henry (en honor de los dos príncipes favoritos de la familia reinante en Inglaterra). Es una novela de personajes: el último mohicano, Uncas, y su padre, el guerrero Chingachgook; Hawkeye (denominado Ojo de Halcón por su proverbial puntería); Alicia y Cora, las dos bellas hijas del comandante inglés; el traidor hurón Maquas, todos ellos inolvidables. Además, la naturaleza, tratada como un personaje más, es una de las características peculiares de las guerras coloniales en Norteamérica. Por otro lado, la necesidad de afrontar las fatigas y los peligros de la naturaleza antes de presentar batalla al enemigo. Bosques inmensos, impenetrables en apariencia, separaban las posesiones hostiles de Francia e Inglaterra.
El último mohicano inaugura la tradición de la novela de aventuras en el Oeste americano. Su extraordinaria literatura sigue hoy vigente. Y también el mito del último indio. Cooper lo describe en uno de los últimos párrafos de su libro: "Muchos años transcurrieron hasta que el triste relato de la joven blanca y el joven guerrero mohicano dejó de amenizar las largas noches y las tediosas marchas, o de animar a los guerreros jóvenes con el deseo de venganza". ¡Qué melancolía!
  

 

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