viernes, 27 de junio de 2014

La última

Ya está. Una tilde de más, poca cosa. La última.


Y la coda, que nos la trae el chico de matemáticas. Es una pena que el Barça no se ganara a sí mismo (era difícil, la verdad):



jueves, 26 de junio de 2014

Polisíndeton cotidiano

Pues nada, que el chico de matemáticas está empeñado en no dejar títere con cabeza -en esto de la ortografía, se entiende- y ahora nos envía este polisíndeton (y algo más) que se ha encontrado en un periódico habitual por estos pagos...


Y esta otra es de los chicos de Un día de cine, que tampoco tiene desperdicio. Aprovechamos para felicitarles por su excelente programa y su constante apoyo, por cierto.



miércoles, 25 de junio de 2014

Abdica, que algo queda

El chico de Ciencias se apunta al final de curso, ahora desde la distancia, siempre atento y vigilante. Esta vez nos envía un colaboración de ese periódico del que decíamos que debía revisar más los titulares (o titularicos):


martes, 24 de junio de 2014

Actividades en Monreal del Campo

Desde la Biblioteca Municipal de Monreal del Campo nos llega la siguiente información sobre sendas actuaciones humorístico-musicales que tendrán lugar en el pabellón polideportivo.


lunes, 23 de junio de 2014

Una de concordancia

¡Pero qué final de curso se está marcando el chico de matemáticas! Ahora le ha dado por las concordancias, recordándonos lo poco (o poquico) que cuesta revisar los titulares (o titularicos):


viernes, 20 de junio de 2014

Las (casi) últimas

El chico de matemáticas se ha asegurado el pichichi en esto de ser el colaborador más habitual en esto de las faltas de ortografía. No ha dejado periódico vivo y ha hecho un rush final asombroso. Buena prueba de ello son estas dos últimas, en las que una "m" en vez de "n" (total son sonidos nasales...) y una tilde de menos (esto es Oregón...) han sido capturadas por nuestro fiel y siempre atento compañero:




PD: La próxima semana cerraremos el chiringuito. El Mundial empieza en serio.

jueves, 19 de junio de 2014

La casa de Bernarda Alba

Nos envía José Mainar, de 4º ESO A, el siguiente resumen y comentario de la obra que nos hemos leído en esta tercera evaluación, La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca.

La obra teatral de Federico García Lorca editada en el año 1945 está protagonizada por Bernarda, que es la protagonista de la obra. Es una persona mayor que intenta separar a sus cinco hijas de los hombres del pueblo; su hija mayor y heredera se llama Angustias y va a casarse con Pepe el romano por su dote. Está desesperada por la edad y porque está soltera. Magdalena es la segunda hija de Bernarda, junto con Amelia, muy tímida casi no habla durante la obra; Martirio, quien junto con la última hija de Bernarda Adela, también tendrá encuentros con Pepe el romano. Por otro lado está Poncia, la criadala de la casa de unos sesenta años de edad. Ah, y por último, María Josefa madre de Bernarda y la menos cuerda de la familia. 

La obra está dividida en tres actos.

Acto I:


Tras la muerte del marido de Bernarda, la familia se encierra en su casa como señal de luto: durante ocho años no podrán salir ni las criadas ni Bernarda ni sus hijas. En la casa se empieza a rumorear sobre la posible proposición de matrimonio a la hija mayor, Angustias, con Pepe el Romano, ya que todas las riquezas y la dote serán suyas.

Acto II:

Martirio y Poncia hablan de su hermana y Pepe el romano. Adela asegura que Pepe se fue sobre la una de la noche pero las hermanas les escucharon hasta más tarde y la criada sabe que después de estar con Adela Pepe estuvo con la hija pequeña, que está enamorada de Pepe. Angustias se enfada con las hermanas porque una de ellas le ha robado el retrato que tenia de Pepe, Bernarda escucha los gritos de Adela, cuando Bernarda calma a la hija manda a Poncia a revisar las habitaciones hasta que la encuentra entre las sábanas de Martirio que disimulando les dice que todo había sido una broma. Al rato escuchan unos ruidos que provenían de las calles del pueblo: los vecinos van a castigar a una mujer que había matado a su hijo. Adela pide clemencia para la joven.

Acto III:

Bernarda pregunta a su hija mayor si se verá con su prometido esa nochey ella le contesta que no, porque está acompañando a su madre a la capital. Todas se van a la cama excepto la Poncia y la criada que se quedan hablando, al rato aparece Adela con la excusa de que tiene sed, pero se dirige silenciosa a la puerta del corral, donde se encuentra con Pepe. Cuando se levanta Martirio empiezan a discutir despertando a todas. Bernarda se entera de que su hija pequeña estaba con el prometido de su hija mayor en el pajar y ella y Adela empiezan a discutir. Tras la disputa toman una escopeta para disparar a Pepe. Adela, pensando en que lo han matado, se encierra en su habitación donde se suicida y acaba la obra.

miércoles, 18 de junio de 2014

Sobre Carmen Balcells

Carmen Balcells ha aparecido estos días en la prensa a cuenta de la fusión de su agencia literaria con la de Andrew Wylie, dando como resultado una "superagencia" literaria que tendrá en su catálogo a gran parte de los mejores escritores en varias lenguas. A la señora Balcells la conocimos un poquito cuando hablamos del boom hispanoamericano y la literatura de finales de XX y comienzos del XIX. Realiza una breve semblanza Isabel Polo, de 4º ESO B.
     Carmen Balcells Segalà es una agente literaria española, muy valorada por los autores, ya que logró eliminar los contratos vitalicios y otros excesos editoriales e imponer las cláusulas de cesión por tiempo limitado de un libro.
    Nació en Santa Fe de Segarra, Olujas, Lérida, el 9 de agosto de 1930. Es hija mayor de cuatro hermanos, nació en el seno de una familia de pequeños propietarios rurales en Santa Fe de Segarra. Cursó sus estudios primarios en su pueblo natal. En 1946 se trasladó con su familia a Barcelona, donde haría diversos trabajos no relacionados con la literatura. En 1955, entró en contacto con el poeta español Jaume Ferrán y con otros escritores destacados de aquellos años. Comenzó a trabajar como corresponsal en Barcelona en la agencia literaria ACER, propiedad del escritor rumano Vintilã Horia. Tiempo después se fue a París, lo que la llevó a fundar la Agencia Literaria Carmen Balcells. Comenzó con la gestión de los derechos de traducción de autores extranjeros. Luis Goytisolo fue el primer autor nacional que representó.
      Representa a seis premios Nobel de Literatura: García Márquez, Vargas Llosa, Asturias, Cela, Aleixandre y Neruda. Es la agente literaria más famosa en el mundo de las letras hispanas. Por ello, ha recibido numerosos reconocimientos, entre los que destacan los siguientes: en 1997, medalla de Honor de Barcelona. En el 2000, medalla al Mérito Artístico, concedida por el Ayuntamiento de Barcelona. En 2005, Doctora honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona. En 2006, cruz de San Jorge y premio Montblanc Mujer.

Doña Carmen en animada conversación con Mario Vargas Llosa

martes, 17 de junio de 2014

De las últimas...

Pues eso, que esto se va acabando y que vamos a sacar algunas de las faltas que nos quedan por ahí...Una es una tilde de nada ("sedación") y la otra es contumacia con el nombre de un pueblo...








lunes, 16 de junio de 2014

Otro truhán por ahí y un robo

Hace tiempo, las noticias de los affaires del presidente galo nos trajeron una serie de titulares con sus respectivos desatinos ortográficos. Bien, pues resulta que por estos pagos hay algún imitador y la prensa ha dado buena cuenta de ello, laísmo incluído. Ahí va:





   Y el "robo" proviene del partido inaugural de esta Copa del Mundo. Casi todo el público pudo ver las tropelías cometidas por el árbitro japonés, salvo, como es lógico, el entrenador brasileño. Atención, porque la falta (no el penalti) se repite dos veces: en el título y en el subtítulo. Casi nada:


viernes, 13 de junio de 2014

Doña Perfecta (y VI)

Quizás hasta ahora el personaje de María Remedios había quedado oscurecido y arrumbado ante el derroche de facultades ejercido por doña Perfecta. Pero es en este momento -capítulo XXVI, "María Remedios"- cuando el narrador de la historia va adquiriendo su dominio absoluto sobre los personajes y el pasaje en el que descubrimos quién es esta señora y qué se puede proponer (p. 298 y ss.), su complejo de inferioridad ante su señora -"una especie de capitis diminutio" (p. 300)-, que hace que tenga unos sueños personificados en su idolatrado hijo Jacintito, con un matrimonio con Rosarito. Pero hay alguien que se interpone en esas delusions of grandeur y que no es otro que Pepe Rey. Incluso el canónigo se lo recordará (p. 303): 

"En resumen, hija mía: por más vueltas que le des, el señor don Pepe Rey se lleva la niña. Ya no es posible evitarlo. Él está dispuesto a emplear todos los medios, incluso la deshonra. Si la Rosarito...¡cómo nos engañaba con aquella carita circusnpecta y aquellos ojos celestiales! ¿eh?...si la Rosarito, digo, no le quisiera...vamos...todo podría arreglarse; pero, ¡ay!, le ama como ama el pecador al demonio; está abrasada en criminal fuego; cayó, sobrina mía, cayó en la infernal trampa libidinosa."

Por cierto, que antes convendría revisar eso de los palos y el rascar que dice el canónigo (p. 303), así como su conversación con María Remedios, en la que reconoce, para tristeza y desconsuelo de la madre de Jacintito, que no hay nada que hacer...

Portada de la edición de La Guirnalda, 1876.

   Dicha plática continúa en el siguiente capítulo -XXVII, "El tormento de un canónigo"-, donde María Remedios apela al sentimiento y a la lágrima con don Inocencio, ponderando de manera exagerada las muchas virtudes que adornan a su hijo. Cualquier cosa es poco para él (¡si Ramón Villaamil levantara la cabeza!); nunca saldrán de la pobreza. Su furia (p. 307 y ss.) amilana al pobre don Inocencio, quien ve hasta qué punto es capaz de llegar su sobrina (p. 311). Son unas páginas terribles, en las que el canónigo delega cualquier acción (el famoso "susto") en la decisión de doña Perfecta y la fuerza bruta de Caballuco, aunque de un modo algo sibilino (p. 312): "Si doña Perfecta quiere hacerlo". Entonces aparece en escena el centauro de Orbajosa, a quien María Remedios no duda en tratar de acercar a sus planteamientos (p. 315)...y ganarlo (p. 316). Mientras tanto, don Inocencio (p. 316): "Yo me lavo las manos". La noche va a ser larga.
     El capítulo XXVIII es un interludio epistolar de tres cartas en el que Pepe relata a su padre los acontecimientos. Así, nos acercamos a su evolución y transformación desde su llegada a Orbajosa, a su ira y a su amor desesperado hacia Rosario. Reconoce los problemas y los peligros a los que se enfrenta, al tiempo que podemos columbrar cierta inquietud en su tono...En la segunda de las misivas ya encontramos un tono más beligerante hacia las costumbres del lugar (p. 321), así como alusiones a las cartas que su padre le envía. Finalmente, en la última anuncia su propósito de regresar junto a su padre (p. 323).
    A partir de este momento se sucederán las cartas y las notas, en una narración algo fragmentaria, propiciada por los acontecimientos. El capítulo XXIX es una breve nota de Pepe a Rosario, pidiéndole poder verse esa noche. El XXX -"El ojeo"- principia con la conversación entre Remedios y Caballuco y la insistencia de la primera para que el segundo actúe sobre Pepe. Sorprenden a nuestro ingeniero y a Rosario en la huerta, y la sobrina de don Inocencio corre a contárselo a doña Perfecta, mientras Caballuco se esconde esperando órdenes...
     En el capítulo XXXI -"Doña Perfecta"- asistimos a un remanso dentro del desbocado (y fragmentario) ritmo de los últimos momentos. Se realiza un retrato completo de la protagonista de la novela (p. 328 y ss.), que trata de explicar el porqué de algunas de sus decisiones y conductas. Desde el punto de vista del desarrollo de la acción se sitúa unos instantes antes de que Rosario se dirija al jardín: justo cuando le anuncia a su madre que se marcha con Pepe. Esa confesión supondrá su condena (p. 333): "Ya tú te has condenado, basta. Obedéceme y te perdonaré...". Pero además porque le revelará a su madre que esa noche -en la que nos situábamos antes, con Caballuco agazapado esperando instrucciones- había vuelto a quedar. Incluso pide (p. 333) a su madre que la salve de esta situación. Su confesión es, desde el punto de vista simbólico, el comienzo del final de Pepe, pues doña Perfecta vence la resistencia de su hija. Ella, la señora, ordena a Caballuco matar a Pepe (p. 335).

La edición de Austral, que es la que nos ha acompañado estos días

    Solo nos queda ver cómo se explica el final. Para ello tenemos el capítulo XXXII ("Final"), que es una carta de don Cayetano a un amigo de Madrid en la que se relata de una manera poco fiel a la realidad lo sucedido. Supone también la victoria en la muerte de doña Perfecta, pues su versión es la que se queda. Según esta, Pepe Rey se habría suicidado (p. 338). También se tergiversa la lucha entre los soldados y los abnegados y bravos campesinos de Orbajosa (p. 339), así como el desvarío y la enfermedad de Rosario. La nota divertida la pone el propio Cayetano (p. 340): "Es triste, tristísimo, que entre tantos yo sea el único que ha logrado escapar conservando mi juicio sano y entero, y totalmente libre de ese funesto mal".  Luego sabremos que Rosario ha terminado en un manicomio, que Caballuco ha derrotado al brigadier Batalla y que Jacintito, por fin, va a encontrar un buen puesto en Madrid (p. 343). Por último, el capítulo XXXIII (p. 344): "Esto se acabó. Es cuanto por ahora podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son". El apéndice con los tres finales queda para otra ocasión. Las notas están en los apuntes, con los temas de la novela. Vale.

jueves, 12 de junio de 2014

Un par más, para ir cerrando...

Son del autoproclamado como "gran periódico español", que debería vigilar un poco más su versión digital...Podríamos también hablar de ese móvil con nombre de perendeca, pero no seríamos muy originales...


miércoles, 11 de junio de 2014

Doña Perfecta (V)

El capítulo XXI -"Desperta, ferro", o sea "despierta, hierro"- comienza con la introducción de pasajes de la prensa de la época advirtiendo de los rumores sobre movimientos y levantamientos en los alrededores de Orbajosa, aunque se asegura que la situación está calmada y que no es como en otras ocasiones. Quien sí que tiene más relevancia es Cristóbal Ramos, Caballuco, a quien prácticamente habíamos dejado olvidado hace ya un tiempo. Será ahora doña Perfecta la que se encargue de caldear los ánimos, en una estrategia que busca echar a su querido sobrino de allí. La docilidad y mansedumbre del centauro hacia su señora podrían merecer algún análisis psicoanalítico, pero no es el momento. Lo que nos interesa es ver cómo Caballuco y sus acólitos (Pasolargo, Frasquito y Vejarruco) juran lealtad a su señora (p. 263): "Orbajosa entera se pondría sobre un pie para defender a la señora". Total, que uno de los presentes en esa conspiración, suelta lo siguiente (p. 263): "Maldita sea mi casta -dijo el tío Lucas, dándose un puñetazo en la rodilla-, si todos estos gatuperios no son obras del mismísimo sobrino de la señora". Por supuesto, la táctica de la señora consiste en defender a Pepe, aunque bien sabemos que no es esa su intención, como veremos más adelante. El capítulo termina con una filípica de Caballuco, quien se deja de remilgos -(p. 267): "[...] basta de ritólicas, basta de mete y saca de palabrejas y sermoncillos al revés y pincha por aquí y pellizca por allá"- y decide pasar a la acción. Mientras tanto, un tal don Inocencio necesita calmar el ardor que le ha producido su participación en el "levantamiento" de Caballuco (p. 268).

Algo va a pasar...

    Doña Perfecta es quien realmente mueve todos los hilos, como vemos en el capítulo XXII ("¡Desperta!"), pero el taimado don Inocencio, con sus gafas caídas y su mirada escrutadora no se le queda a la zaga. Digo no pero quiero decir sí, es lo que parece querer contarle a su señora (p. 271): "Yo sé que Orbajosa lo desea; sé que le bendecirán todos los habitantes de esta noble ciudad; sé que vamos a tener aquí hazañas dignas de pasar a la historia; pero, sin embargo, permítaseme un discreto silencio". Es decir, sabe lo que va a pasar el muy sibilino, y lo aprueba, aunque no pueda expresarlo, so pena de traicionar parte de su fe y su "neutralidad". Es uno de los elementos coadyuvantes, con su silencio y también con sus comentarios, en el levantamiento que se está gestando y en el señalamiento de Pepe como gran enemigo del pueblo. De hecho, realiza una arenga (p. 273), mezcla de patriotismo barato y épica tergiversada: "En cuanto a vosotros, hijos míos, no esperéis que os diga una palabra sobre el paso que seguramente vais a dar. Sé que sois buenos; sé que vuestra determinación generosa y el noble fin que os guía lavan toda mancha pecaminosa ocasionada por el derramamiento de sangre; sé que Dios os bendice...". La manera en la que Galdós cierra el capítulo tras el éxtasis épico de don Inocencio y sus muchachos muestra bien a las claras el marbete de "novela de tesis" con el que suele estar asociada esta obra.
     En el capítulo XXIII ("Misterio") doña Perfecta descubre el ardid de Pepe con Librada. La pobre criada, triste, cuitada y bastante asustada, confesará su participación ante las perquisición llevada a cabo por la garante del buen orden y la moral (o sea, la tía). El narrador hará una breve síntesis del plan que habían urdido Pepe y Pinzón (p. 279-280). El descubrimiento de esta trama llenará de angustia el corazón de doña Perfecta, quien ideará un brutal contraataque junto con su particular consejero espiritual, don Inocencio. El misterio al que alude el título se refiere a la última frase, pronunciada por el penitenciario (p. 281): "El mío es pequeñito..., pero ya veremos". Se refiere a su corazón, huelga decirlo.
    "La confesión" (capítulo XXIV) nos permite asistir a un monólogo de la triste y desnortada Rosario, quien no duda en afirmar que aborrece a su madre (p. 283), en medio de un confuso sueño próximo al delirio (¡cuántas veces habrá empleado este recurso don Benito!). Para evitar esas imágenes y sueños intranquilos, la pobre Rosario se levanta, en medio de la noche, unas personas se hallan en conspiración: Caballuco, don Inocencio, doña Perfecta y las otras fuerzas vivas del pueblo... Algo se prepara y como diría un personaje shakespiriano, "So foul a sky clears not without a storm". Pero, un momento, unas manos misteriosas llevan a la joven de vuelta a su pieza (p. 285)...
      Terminamos esta entrega con el último capítulo de hoy, el XXV ("Sucesos imprevistos.-Pasajero desconcierto"), en el que Jacintito se suma a la fiesta, difundiendo rumores sobre Pepe y el brigadier Batalla (p. 288). Su madre, doña Remedios, tiene una feliz idea: darle un "susto" a Pepe esa noche (p. 289): "Nada más que un susto, señora; atienda usted bien a lo que digo, un susto. Pues qué, ¿había yo de aconsejar un crimen...? ¡Jesús, Padre y Redentor mío! Sólo la idea me llena de horror, y parece que veo señales de sangre y fuego delante de mis ojos. Nada de eso, señora mía...". De este personaje de la madre de Jacintito no habíamos tenido apenas noticias: viste siempre de negro, es algo pusilánime y parece no albergar ninguna idea buena, además de mostrar una total sumisión a doña Perfecta. No duda en señalar a Pepe como el culpable de todos los males que afligen al pueblo y sabe tocar la fibra sensible de su señora, sugiriéndole que puede "perder" a su hija. Como vemos, se convierte en "auriga" de la situación. Pero será doña Perfecta la que lleve al extremo la lucha en el pueblo, al convertirlo todo en una "cuestión de moros y cristianos" (p. 293), cual si de la Reconquista se tratara. Al mismo tiempo, el devenir de los acontecimientos relativos a los diversos alzamientos y algaradas propiciados por Caballuco y sus muchachos, convierten al primero en una suerte de héroe de Orbajosa, que escapa siempre de los soldados (p. 295-296), aunque ello no resulte muy complicado, a tenor del comentario del último párrafo del capítulo (p. 297).
     El próximo día resolvemos los últimos flecos. 

martes, 10 de junio de 2014

Yes We Can

Hete aquí que nos encontramos con una de las frases de moda en estos tiempos, que igual vale para una final de la "champions li", una campaña electoral o como ánimo para los exámenes. Si se le quiere dar un sentido positivo, de ánimo, el "sí" ha de llevar tilde, pues es adverbio de afirmación, mientras que si no la lleva es una conjunción condicional, lo que cambia totalmente el sentido de la expresión. Si a eso le añadimos la ausencia o presencia de una coma (¡ay!) entonces ya tenemos un par de elementos indispensables para establecer dos tipos distintos de mensajes: por un lado, uno esperanzador, de resistencia frente a la adversidad y de lucha, que va con tilde y coma; por otro, uno que introduce una dosis de misterio, pues no está completo, y que no lleva tilde ni coma...Por eso, cuando vimos esta noticia, no sabíamos muy bien cómo entenderla: ¿resignación ante las circunstancias tal vez? ¿ausencia de tilde y de coma? ¿nos clasificamos si nos dejan? Cualquier cosa es posible, la verdad. Veremos en qué queda la eliminatoria...


lunes, 9 de junio de 2014

Doña Perfecta (IV)

Decíamos el otro día que el enfrentamiento entre Pepe y su tía iba a comenzar y que la batalla iba a ser épica. Como es lógico solo puede terminar con la derrota de uno de los contrincantes. Veremos cómo se va planteando en los capítulos que siguen -del XVI al XX-. Así, en el capítulo XVI ("Noche"), mientras otra "heroica ciudad" duerme (Orbajosa), don Cayetano y Pepe dialogan. Nuestro ingeniero busca consuelo y alguien con quien hablar, pero el erudito local. Por cierto, él se vanagloria de ser el único de la familia que no ha caído en la "locura". Tras ver la conversación que mantiene con Pepe cualquiera lo diría (p. 212-214). Sin embargo, nuestro matemático está conjurado para presentar batalla y así se lo promete a sí mismo esa noche (p. 215): "La batalla será terrible. Veremos quién sale triunfante". Concluye el capítulo de manera enigmática, a la vez que esperanzadora, pues el sonido de unos pasos en la escalera anticipan la llegada de Rosario, pero eso es ya cosa del siguiente capítulo.
    Y es que -XVII, "Luz a oscuras"- Pepe guardaba un as en la manga. El ansiado encuentro se produce, en medio de la oscuridad y con el miedo de ser sorprendidos por los vigilantes de la moral. Aquí podríamos pensar que Pepe tal vez logre sus objetivos, que pueda salir triunfante de la casa (con Rosario), pero...lo que va a suceder con una talla del niño Jesús es una muestra de por dónde van las cosas. Ella antepone la afirmación de Pepe de que cree en Dios y no es ateo a su amor. Recordemos que Pepe es acusado de ateísmo por su tía y veamos también cómo nuestro ingeniero y matemático podría mantener la boca cerrada (p. 220): "Tu mamá nos adora a entrambos...Pero, querida Rosario, es preciso reconocer que el demonio ha entrado en esta casa". Lo malo no es solo esto, sino los preocupantes síntomas de enfermedad de Rosario, entre el delirio y la locura (p. 221). Si pasamos el pasaje de amor místico-erótico (p. 221-223), que arroja una sombra de duda sobre el futuro de la relación entre los enamorados, se escucha a lo lejos el sonido de una corneta, que es la llegada de las tropas. Una nueva sorpresa nos espera en el siguiente capítulo.

¿Habrá encuentro amoroso entre Pepe y Rosario o doña Perfecta lo impedirá?

    Con "Tropa" (XVIII) asistimos a la presentación de un nuevo personaje, Pinzón, un amigo de Pepe (¡ya era hora!) y a una trama política, relacionada con el caciquismo, la behetría (RAE: "Antiguamente, población cuyos vecinos, como dueños absolutos de ella, podían recibir por señor a quien quisiesen") y las facciones. Se hace un recorrido histórico por la larga tradición de Orbajosa en estas cuestiones (p. 228-231) y se señala la incomodidad que produce la presencia de esas tropas. Por cierto, que Pinzón también tiene un gran cariño hacia el pueblo (p. 233): "Estos ajeros...los llamamos ajeros...,pues digo que serán todo lo insignes que tú quieras; pero a mí me pican como los frutos del país. He aquí un pueblo dominado por gentes que enseñan la desconfianza, la superstición y el aborrecimiento a todo el género humano". La crónica de Pinzón incluye una velada crítica hacia el caciquismo y la perpetuación de familias en el poder, integrados en sus distintas formas (p. 234). Para el desarrollo de la novela nos interesan los últimos párrafos, en los que un misterioso plan pergeñado por Pepe es revelado a Pinzón, quien no duda en mostrar su apoyo, pese a considerarlo "arriesgado y difícil". Tal vez sea un farol lo que va a hacer Pepe, pero ya no parece el pitiminí acomplejado de antes...
     El tono bélico se puede ver en el título del siguiente capítulo (XIX), "Combate terrible.-Estrategia". Pepe inicia las hostilidades (p. 238): "Orbajosa, querida tía, casi no tiene más que ajos y bandidos, porque bandidos son los que en nombre de una idea política o religiosa se lanzan a correr aventuras cada cuatro o cinco años". Pero la respuesta de su tía está a la altura. El intercambio de golpes llega al punto álgido con la acusación de Pepe que apunta a doña Perfecta como causante de todos sus males (p. 239-240). Ha ganado la batalla dialéctica, pero no la emocional y se deja conmover por las lágrimas de su tía, cuyo contraataque es de manual, porque vuelve a llevar la discusión al terreno ideológico: ciencia vs. teología (p. 242) y concluye con lo que cualquiera podía columbrar desde hace tiempo y que no es otra cosa que su oposición al matrimonio entre Rosario y Pepe (p. 243). Las páginas que vienen a continuación, con alusiones y referencias más o menos encubiertas al Don Juan de Zorrilla (p. 244 y ss.) para describir la conducta de Pepe ("Tú lo atropellas todo; eres un monstruo, un bandido. [...] ¡Oh escándalo y libertinaje!). La lucha se cierra con la decisión de Pepe de largarse de allí (p. 248). Es el inicio de la estrategia. 

Don Inocencio está en la sombra en estos capítulos, pero no tardará en volver de las tinieblas...
     Cerramos esta entrada con el capítulo XX ("Rumores.-Temores"). Conocemos a Librada, que es quien actúa de correveidile entre Pepe y Rosario (p. 250). Los rumores tienen que ver con las supuestas costumbres espiritistas de Pepe; Pinzón ha conseguido ganarse la confianza de doña Perfecta y su misión es desprestigiar al ingeniero. Mientras tanto también van surgiendo habladurías y chismes sobre la situación política del momento (p. 253), que reflejan bien a las claras el inmovilismo y cerrazón de las fuerzas vivas del pueblo: "¡Un desconocido! ¡Un desconocido!", dirá la tía ante la llegada de un nuevo juez que sustituya a su viejo amigo, ese que tantos favores le concedía...Estos pasajes cómicos, los de la reacción de doña Perfecta ante las nuevas que le trae Pinzón, concluyen con la aparición de una radiante Rosario, "que tenía retratada en su semblante la más viva felicidad" (p. 255). Más el próximo día. 

viernes, 6 de junio de 2014

Doña Perfecta (III)

Los siguientes capítulos que vamos a analizar (del XI al XV) suponen el empeoramiento de las relaciones entre Pepe y el resto de las fuerzas vivas del pueblo, con posturas cada vez más irreconciliables y mayor tensión, no exenta, eso sí, de algún episodio humorístico. Así, el capítulo XI ("La discordia crece") ofrece un cuadro de costumbres del pueblo, centrado en los tiempos de ocio de las gentes de Orbajosa, quienes siempre se consideran mejores que los demás (p. 174). El centro de sus reuniones es el casino, lugar en el que se fraguan las habladurías y chismorreos, de los que Pepe Rey es habitual protagonista (p. 175) y que poco a poco van mellando su resistencia y aguante (p. 176): "Además del natural disgusto que las costumbres de la sociedad episcopal le producían, diversas causas, todas desagradables, empezaban a desarrollar en su ánimo honda tristeza, siendo de notar principalmente, entre aquellas causas, la turba de pleinteantes que, cual enjambre voraz, se arrojó sobre él". Frente a estos problemas (los de las tierras) solo se mantiene firme su amor hacia Rosario (p. 177). No hay más. Y es que a perro flaco todo son pulgas, pues enseguida llega con el correo una orden del Ministerio de Fomento en la que se le releva del cargo que le habían confiado (p. 179). Hay una mano negra detrás, eso es evidente. La reacción de su tía resulta harto cómica, pues pone el grito en el cielo ante tal atropello...que tal vez ella ha provocado. Sin embargo, para Pepe el enemigo está personificado en el pueblo de Orbajosa, pese a que su tía siga atribuyendo todas las desgracias a su "entendimiento, tu descomunal entendimiento, es la causa de tu desgracia" (p. 181). Además, de repente, la joven Rosario no quiere salir de su cuarto (p. 182), aquejada de ciertos males melancólicos; por supuesto Pepe no puede subir a verla y el capítulo termina con una comparación con la figura de Jesucristo (p. 183): "Padre mío, ¿por qué me has abandonad0? Y es que, por evidente que resulte la analogía con el redentor, el sufrimiento de Pepe es también la derrota de las ideas progresistas y científcias frente al caciquismo y cerrazón imperantes...

Aquí un amigo, don Inocencio, quien parece indicar lo poco que le queda para echar a Pepe de Orbajosa

   El capítulo XII ("Aquí fue Troya") comienza con noticias del misterioso encierro de Rosario en su habitación y las sospechas en el lector y en el propio Pepe de que algo pasa con el correo, pues hasta ahora su padre no ha recibido ninguna de sus misivas (p. 185). Es descrito como un héroe romántico...que va al casino (p. 185: "Entró en él como un desesperado que se arroja al mar"). Más allá del triste panorama que encuentra en este lugar, vemos que Pepe está solo,  que da vueltas sin saber muy bien adónde dirigirse. En estas aparecerá Juan Tafetán, una suerte de don Juan de provincias degradado, que es tolerado por todos y que rápidamente "sorprende" a Pepe mirando hacia unos balcones en los que están unas jóvenes, las Troyas. Juan lleva al ingeniero a la casa de estas tres chicas, de no muy buena reputación (p. 189: [...] la mala reputación de las Troyas consistía, más que nada, en su fama de chismosas, enredadoras, traviesas y despreocupadas") y marcadas por un estigma del que no se pueden librar (p. 190). Ellas cosen (ya hemos hablado en clase de esta tarea), están al quite de lo que se dice sobre Pepe y son felices en su miseria. A Pepe le provocan compasión pues están "condenadas por el mundo a causa de su frivolidad" (p. 192) e incluso cree que en otro tiempo aquella fue una casa decente y honrada...pero un incidente cómico al final le granjeará futuros enemigos...(p. 193).
    Y es que la travesura de las Troya va a traer cola. En el capítulo XIII ("Un casus belli") prosiguen las chiquilladas, que también le sirven a Pepe para saber que hay dos personas que jamás serán objeto de las burlas de ellas: doña Perfecta y el Penitenciario (pese a lo que sucede). Por cierto, el sobrinísimo de este, Jacintito, observa atónito desde su despacho a Pepe en casa de las jóvenes...y le faltará tiempo para contárselo a su protector. Nuestro héroe sale avergonzado de la casa, pues sabe que ha cometido un error al entrar allí (p. 197): "Deploró con toda su alma haber entrado en casa de las Troyas, y resuelto a emplear mejor el tiempo mientras su hipocondría le durase, recorrió las calles de la población". Él mismo es un vagabundo como los que ve por el pueblo. Incluso es expulsado de una capilla que visita en su errático deambular (p. 198); solo le queda volver a casa de su tía, tal y como anuncia el final del capítulo, en una estrategia narrativa de folletín (p. 198).
    Con el capítulo XIV ("La discordia sigue creciendo") vemos de nuevo las futiles tentativas de Pepe por ver a Rosario, así como la bronca que se gana de su tía a costa de sus nuevas compañías (las Troya, Juan Tafetán) y sus "travesuras". Como es lógico, doña Perfecta piensa mal de su sobrino, pero aún es peor don Inocencio, con su hipocresía ante la acusación de Pepe (p. 201: "El señor obispo- dijo Pepe Rey- debía pensarlo mucho antes de arrojar a un cristiano de la iglesia") y su mala fe (p. 201). Como vemos por el tenso diálogo entre ambos, don Inocencio es incapaz de ocultar su maldad, pero Pepe tampoco parece muy dado a reaccionar o al menos plantar más batalla, aunque su prodigalidad verbal siga siendo algo incómoda (p. 203): "Por lo visto, aquí el obispo gobierna las casas ajenas". Aún así su ira le va a llevar defenderse con ardor, cuando bromee con Jacintito (p. 205) y a lanzar un órdago: se va a ir. Esta decisión provoca música celestial en los oídos de alguno (p. 206), y una respuesta divertida por parte de don Cayetano, el "erudito ausente", quien ante tal desafío solo es capaz de pedirle un encargo de un cuaderno (p. 206). Por cierto, el capítulo se cierra con el anuncio de que Caballuco quiere hablar con Pepe...
    Y es que el centauro encargado del correo y de otros asuntos en el pueblo quiere aclarar algunos asuntos con Pepe. En el capítulo XV ("Sigue creciendo hasta que se declara la guerra"), constatamos que ahora las cosas pueden terminar mal. Eso sí, si Pepe ha estado otras veces algo pusilánime o acomplejado ante la situación ahora, ya más decidido, no tiene miedo en decir las cosas (p. 209): "Sí, ya sé que es usted un animal", le espetará a Caballuco, ante el desconcierto de este. Sabemos también que Pepe ha tratado de enviar notas a Rosario a través de una criada. El contenido desesperado de la que le entrega a Pepe obra un cambio que sorprende a todos: nuestro ahora decidido protagonista se queda, para sorpresa de propios y extraños. La guerra va a comenzar (p. 210): "¡Ay! ¡Sangre, ruina y desolación!...Una gran batalla se preparaba". Próximamente haremos una crónica de este enfrentamiento.


¿Qué hará Perfecta ante el desafío de Pepe? Aquí está, tejiendo un plan

jueves, 5 de junio de 2014

Doña Perfecta (II)

Habíamos dejado al pobre Pepe en compañía del no muy recomendable penitenciario y de su tía, doña Perfecta. El capítulo VI -Donde se ve que puede surgir la desaveniencia cuando menos se espera- nos ofrece la presentación de un curioso personaje, don Cayetano Polentinos, el hermano político de la tía de Pepe, con algunas pequeñas pinceladas humorísticas en torno a su vida y su bibliomanía. Pero enseguida aparece la alargada sombra del canónigo, metiendo el dedo en el ojo, con su mal disimiluda ironía (p. 128-129: "Sin embargo, para hombres de tanto saber como usted, quizás no tenga ningún mérito, y cualquier mercado de hierro será más bello.") y, finalmente, con una diatriba contra la ciencia y el progreso. Pepe picará el anzuelo -ya dijimos que la prudencia no figura entre sus virtudes- y contestará, sin calibrar el alcance de su respuesta (p. 131-133): "En suma, señor canónigo del alma, se han corrido las órdenes para dejar cesantes a todos los absurdos, falsedades, ilusiones, ensueños, sensiblerías y preocupaciones que ofuscan el entendimiento del hombre. Celebremos el suceso". La "sonrisilla" en los labios de don Inocencia muestran su victoria: desenmascar a Pepe frente a su tía y el resto de comensales, que se han quedado atónitos, sin saber qué decir.

Vaya dupla: Jacintito y el señor Penitenciario
     El capítulo VII -La desavenencia crece- prosigue con la guerra dialéctica entre los dos personajes. Pepe comienza a ser consciente de que ha sido inoportuno en cuanto a las formas (no en el fondo), pero no ha sabido mantenerse callado. Su tía se une a la discusión, tratando de justificar los errores de su sobrino y alineándose del lado del penitenciario (p. 136): "Si ha aprendido en el error, ¿qué más puede desear sino que usted le ilustre y le saque del infierno de sus falsas doctrinas?". La discordia aumenta, sobre todo, cuando Pepe, de nuevo, vuelve a dirigir sus críticas hacia el gremio de la abogacía -en una nueva "trampa" de don Inocencio-, sin saber que el sobrino de este último, Jacintito, es un futuro hombre de leyes, con "criterio sano; lo que sabe lo sabe a machamartillo" (p. 138). La inquietud y zozobra de Pepe van en aumento. La irónica y paradójica manera de terminar el capítulo le permiten un alivio (p. 139): "Pepe Rey, aceptando con gozo aquellas fórmulas de concordia, vio, sin embargo, el cielo abierto cuando el sacerdote salió del comedor y de la casa".
   El capítulo VIII -A toda prisa- ofrece un interesante recorrido por el pueblo, una suerte de who is who de Orbajosa, con especial interés hacia las fuerzas vivas de tan augusta localidad, que se suelen reunir a jugar al tresillo en casa de doña Perfecta (p. 141): "[...] el juez de primera instancia, el promotor fiscal, el deán, el secretario del obispo, el alcalde, el recaudador de contribuciones, el sobrino de don Inocencio...". Si pasamos rápidamente por la conversación de tortolitos enamorados que son Pepe y Rosario ("eres un ángel y yo te quiero como un tonto", p. 145), podemos ver que la presentación de Jacintito nos ha deparado a una "buena pieza, un tarambana" (p. 147), a juicio de su tío, que así se lo presenta a Pepe en los jardines, mientras él y Rosario daban un paseo. Por cierto, que antes doña Perfecta se había sorprendido de que su sobrino prefiriera recorrer las huertas con su hija antes que hacerle arrumacos al lorito...
    Si antes habíamos visto una (casi) hagiografía de Pepe en los primeros capítulos, ahora, en el IX ("La desaveniencia sigue creciendo y amenaza convertirse en discordia"), podemos ver su contrario, con la descripción de ese niño repelente que es el sobrino de don Inocencio (p. 148-150). Aquí asistimos al episodio de "turista despistado" de Pepe en la catedral, con cierta candidez e inocencia por su parte, ante el enojo y la vergüenza de su tía, que no sabemos muy bien si estaba atenta a la misa o a los paseos de su sobrino por la iglesia (p. 155). Y, claro, tantos problemas y tantas quejas al final hacen que Pepe hable y diga lo que los demás quieren oír: "El empeño de ustedes de considerarme como el hombre más sabio de la tierra me mortifica bastante [...] Ténganme por tonto, que prefiero la fama de necio a poseer esa ciencia de Satanás que aquí me atribuyen" (p. 157). Su plática incluye críticas a la decadencia de las artes religiosas, las supersticiones, la pompa religiosa y el culto a las apariencias. Es decir, sale el Galdós de la novela de tesis. Lo que no ha medido es el alcance de su diatriba y las consecuencias que le va a traer (p. 161)...
     Por último, el capítulo X -La existencia de la discordia es evidente- comienza con la llegada de Jacintito, descrito en términos algo humorísticos: insecto, mosca, zángano...En fin, que si uno lee a Galdós verá que esto es habitual, un pequeño remanso tras la gravedad de lo acontecido en el capítulo anterior. Bien, pues ahora, tras ver que los asuntos de sus tierras no van a ir bien (p. 164), Pepe se dará cuenta también de que la relación con Rosario va a ser muy difícil: su tía doña Perfecta va a prohibirle estar con Pepe, bajo el pretexto de que se encuentra indispuesta en su cuarto...Y es que, a la vez que crece su antipatía hacia Jacintito y don Inocencio, aumenta también la distancia con su tía y, desgraciadamente, con Rosario...Esto no pinta bien.

miércoles, 4 de junio de 2014

Lecciones de estética

Los chicos de Un día de cine son hábiles cazadores de errores ortográficos y en este blog hemos recibido muchas de sus aportaciones. Esta vez se trata de un anuncio de estética de una conocida cadena de supermercados aragonesa:


martes, 3 de junio de 2014

¿Neologismo?

El chico de matemáticas ha sido nuestro más fiel colaborador durante este año, aunque no le han ido a la zaga los chicos de Un día de cine. Esta vez nos envía un curioso neologismo aparecido en Heraldo de Aragón: embandejar. Tenemos nuestras dudas al respecto, porque no termina de sonar bien (embarajar tampoco, pero está en el diccionario). Veremos qué pasa:





    La otra imagen es de agudeza visual. Resulta que se estrena una película titulada Al filo del mañana, que en Heraldo han rebautizado como Al filo de la mañana, como si fuera un programa radiofónico o algo así. Más allá del lapsus, está la revisión de los textos, pues en la noticia figura el título verdadero.


lunes, 2 de junio de 2014

Valor de ley, de Charles Portis

Teníamos pendiente desde hace días hablar de la novela Valor de ley, de Charles Portis, publicada en 1968 (aquí la tradujo Eduardo Mallorquí) y en la que se basaron sendas versiones cinematográficas a cargo de Henry Hathaway (1969) y los hermanos Coen (2010). Su personaje principal, interpretado por John Wayne en la primera versión y por Jeff Bridges en la segunda, inspiró también otra película de título homónimo al personaje -Rooster Cogburn- que por estos pagos se tituló El rifle y la Biblia (Stuart Millar, 1975), con unos otoñales Wayne y Katherine Hepburn, además de dar lugar a una serie de televisión protagonizada por Warren Oates. Para el recuerdo de muchos espectadores quedan escenas como el duelo final, a modo de justa medieval, entre Cogburn y los bandidos, la desesperada carrera por salvar a Mattie o las monumentales curdas del protagonista. Sobre si es mejor la primera o la segunda versión hay opiniones para todos los gustos: quizás resulte más entrañable Wayne como comisario en la película de 1969, mientras que en la segunda la joven Hailee Steinfeld está al mismo nivel que el protagonista, Jeff Bridges, en una dupla de mucho nivel y carisma. Hay quien se cansa de las películas de Wayne de los años sesenta y setenta, cuando hacía siempre el mismo papel y resultaba -a veces- una parodia de sí mismo; y hay quien no soporta ciertas cosas de los Coen, aunque esta resulte quizás de las más clásicas, dentro de su paradójica modernidad.


     La novela está narrada de manera retrospectiva por la propia Mattie Ross, ya adulta, solterona y decidida a buscar a Cogburn en algún espectáculo del Salvaje Oeste, cuando ya el viejo comisario vivía sus últimos años. Ella evoca aquella aventura que la llevó a vengar la muerte de su padre a manos de Tom Chaney, un antiguo trabajador de este, cuando ella contaba solo con 14 años. Para ello tuvo que recurrir a los servicios de Rooster Cogburn, descrito por el sheriff como el más malvado: "Es implacable, cruel y no conoce el miedo. Le encanta empinar el codo". Es un tipo que irá aceptando progresivamente a la joven, pese a su inicial rechazo hacia ella y su desconfianza. La novela está salpicada de citas de la Biblia, a modo de recordatorio de la misión de venganza en la que se ha embarcado la joven: "Huye el impío sin que nadie lo persiga".
     Las primeras páginas, hasta que encuentra a Cogburn, muestran el viaje que realiza la joven Mattie en busca de respuestas, su enfermedad y refugio en casa de la abuela Turner, y sus primeras indagaciones. Contiene algunos pasajes de humor negro, como a la hora de dormir ambas o el juicio al que asiste y en el que ve quién es el comisario, pero sobre todo sirven para descubrir que la chica tiene carácter y una tozudez digna de encomio, como cuando se enfrenta a Stonehill a cuenta de la partida de caballos que su padre había ido a comprar. Logra  más o menos lo que quiere, y empieza a tratar de convencer a Cogburn de que acepte su propuesta de ir a las montañas de la nación Choctaw a buscar a Chaney quien, al parecer, está con Lucky Ned Pepper, un conocido ladrón, y su banda. Luego conoceremos al fatuo ranger tejano LaBoeuf, que acabará siendo, como el propio Cogburn, más franco y abierto de lo que al principio parecía. Pensemos en algún pasaje en el que el viejo comisario tuerto explica su pasado -oscuro-, ante los atentos ojos de Mattie, que lo sitúa en todos los grandes acontecimientos de la época.
        Y es que la novela permite ir desgranando aspectos de cada uno de los personajes -novela iniciática-, al tiempo que contiene un fresco histórico de primer nivel, en el que la expansión al Oeste prosigue y donde comienza a asentarse una nueva sociedad, necesitada de leyes y justicia. Y esto último es lo que busca Mattie, aunque a veces nos encontremos con un "rigor moral" que nos pueda resultar chocante hoy; pero no olvidemos que es una cría de 14 años, algo respondona, que proviene de una familia educada en la rectitud y el amor al trabajo, lectores de la Biblia y seguidores, en cierto modo, de lo que ahí se dice. Por todo ello, porque en apenas 200 páginas uno se encuentra una historia creíble, que va creciendo y que tiene equilibrio entre el humor y la crueldad -la muerte de los dos jóvenes ladrones en la cabaña-, es por lo que esta novela es muy recomendable. Si, además, hay dos grandes películas basadas en ella -la de los Coen es la más fiel-, la fiesta es todavía mayor.